En 1995, el PCCh secuestró a la segunda autoridad más importante en la escuela Gelug del budismo tibetano para sustituirlo con una marioneta. Los miembros el Parlamento europeo ahora claman su liberación.
por Marco Respinti
Los parlamentarios de distintos países europeos han emitido declaraciones que llaman a China a que libere de inmediato al decimoprimer panchen lama, Gedhun Choekyi Nyima y a toda su familia en el vigesimoquinto aniversario de su “desaparición”. Quince parlamentarios suizos, 4 de Italia, 16 miembros del Parlamento checos y 16 senadores checos firmaron cuatro peticiones diferentes.
Desde hace varias décadas, Gedhun Choekyi Nyima está en el núcleo de los intentos por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) de controlar el budismo, mismos que, muy probablemente, culminarán con la instalación de un falso dalái lama cuando el actual —el decimocuarto, Tenzin Gyatso, de 84 años, y que tiene algunos problemas de salud— fallezca. La principal herramienta para este control, como lo reportó Bitter Winter, es la bizarra Orden No. 5 de 2007, una regulación china que atribuye al PCCh el derecho exclusivo de designar qué lamas budistas están autorizados para reencarnar, de controlar el proceso que tiene como objetivo identificar las reencarnaciones y autentificar dichas reencarnaciones como genuinas. De hecho, los monjes sobrevivientes que fueron reconocidos como reencarnaciones de altos lamas fallecidos antes de la invasión del Tíbet por parte de China, son, todos, ancianos. A medida que vayan muriendo, uno tras otro, el PCCh quiere seleccionar a sus sucesores mediante la identificación de varones jóvenes que serán proclamados como sus reencarnaciones y educarlos para convertirse en marionetas leales al PCCh.
La controversia sobre el panchen lama comenzó el 14 de mayo de 1995, precisamente el día en que el dalái lama reconoció a Gedhun Choekyi Nyima, un niño de seis años, como la reencarnación del décimo panchen lama (1938-1989). Como el editor en jefe de Bitter Winter, Massimo Introvigne, explica, el panchen lama es la “más alta autoridad de la escuela Gelug de budismo tibetano después del dalái lama, quien es el líder supremo de la escuela”. Una vez que el niño se convirtió en el onceavo panchen lama, el PCCh no aceptó la elección del dalái lama y lo secuestró. Probablemente, fue el preso político más joven de la historia y jamás se le ha visto desde entonces, aunque tanto el PCCh como el dalái lama dicen que está vivo. Después de eso, recuerda el Sr. Introvigne, “el PCCh […] procedió a reconocer a Gyaincain Norbu, de 5 años, quien fue preparado para convertirse en el onceavo panchen lama patrocinado por el PCCh y una de las voces oficiales del budismo leal al PCCh en China. Es un panchen lama falsificado, pero que recorre el mundo y fue recibido como el auténtico por organizaciones y países que no pueden decir que no a China”.
Expresando preocupación por su secuestro, que continúa, miembros del Parlamento en Europa están ahora llamando a la liberación inmediata del decimoprimer panchen lama del Tíbet. Este es, dijeron los miembros del Parlamento, un asunto crucial de derechos humanos. Es, también, otro ejemplo de cómo el PCCh ignora la ley internacional y viola el derecho del pueblo tibetano al derecho a la libertad de religión y de creencia. De hecho, como dejan en claro los parlamentarios en sus distintas declaraciones, los tibetanos tienen todo el derecho de elegir libremente a sus líderes religiosos sin ninguna interferencia gubernamental, un derecho que el PCCh niega abiertamente al utilizar el fraude y la violencia.
Sin embargo, el destino del decimoprimer panchen lama del Tíbet es revelador. Bitter Winter se enfoca en los derechos humanos y la libertad de religión, sin entrar en ninguna discusión política per se. Pero, de hecho, el PCCh ha transformado el destino de Gedhun Choekyi Nyima en un caso donde la libertad religiosa recurre a la política, y viceversa. Domar al budismo tibetano a través de su politización es la herramienta que utiliza el PCCh para obtener una “bendición” religiosa por su represión hacia los creyentes tibetanos. La magnitud del problema justifica plenamente la intervención oficial de parlamentarios extranjeros (europeos) en asuntos que, como es habitual, el régimen chino está tratando de minimizar y de manejar como si se tratara únicamente de un asunto doméstico de poca importancia.