Los templos budistas siguen siendo demolidos a lo largo de toda China. Ni siquiera sus proyectos de caridad, tales como proporcionarles un hogar a los ancianos, escapan de la represión.
por Li Guang
«Estos funcionarios gubernamentales actúan como una banda de bandidos»
El Templo de Jingxin emplazado en Zhengzhou, la capital de la provincia central de Henán, fue construido en el año 2016, a un costo de más de 6 millones de yuanes (aproximadamente 860 000 dólares), los cuales habían sido financiados por una budista local de aproximadamente 60 años. El terreno para el templo había sido arrendado en el año 2012 a cuatro aldeanos por 40 años y el comité de la aldea había aprobado el acuerdo. En el año 2017, el templo también obtuvo una licencia para operar un hogar de ancianos budistas, los cuales vivían allí de forma gratuita.
En la madrugada del 31 de octubre de 2019, el templo y el hogar de ancianos fueron demolidos por «utilizar ilegalmente el terreno» y «celebrar actividades religiosas sin aprobación». Según un testigo ocular, el Gobierno local envió a más de 100 personas y una excavadora para que efectuaran el trabajo, mientras que otros empleados gubernamentales bloqueaban la intersección cercana.
Cuando más de 30 empleados gubernamentales irrumpieron en el interior del templo, la encargada del mismo les pidió su documentación. En respuesta, uno de los funcionarios le arrebató violentamente el teléfono y amenazó con silenciarla con una toalla si seguía insistiendo. La mujer fue arrastrada por la fuerza fuera del templo, su ropa se rasgó y uno de sus ojos resultó herido. Cuatro horas más tarde, el templo y todos sus anexos fueron arrasados hasta los cimientos y los escombros resultantes de la demolición cubrieron sus 13 estatuas de Buda y otros objetos de valor.
Vídeos: El Templo de Jingxin está siendo demolido.
«El Partido Comunista Chino (PCCh) se jacta de las libertades religiosas que le concede al pueblo, pero en realidad, desmantela deliberadamente los templos budistas. Son hipócritas», afirmó un aldeano local con ira.
«La religión nos enseña a ser buenas personas y a llevar a cabo buenas obras. El Gobierno no tolera nada que sea honesto», afirmó otro aldeano de edad avanzada. «Estos funcionarios gubernamentales actúan como una banda de bandidos de los que hay que deshacerse».
Un templo fue demolido tras meses de acoso
El templo budista de Fushou, situado en el condado de Xing’an bajo la jurisdicción de la ciudad de Guilin en la Región Autónoma Zhuang de Guangxi, había sido construido hace más de 400 años. Destruido durante la Revolución Cultural, fue reconstruido en el año 2016. El popular templo poseía más de 40 estatuas de Buda.
El 4 de junio de 2019, la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos del condado emitió una orden para clausurar el templo, alegando que «se trataba de un lugar de actividad religiosa ilegal» construido sin aprobación. Todas las actividades religiosas debían ser eliminadas para el día 15 del mes. También se ordenó el retiro de todos los carteles y placas de reconocimiento.
El Gobierno no dejó de acosar al templo ni siquiera luego de haberlo clausurado. El 16 de junio, aproximadamente 70 agentes de policía, entre los que se incluía el jefe de la comisaría local, acordonaron el templo y retiraron todas las estatuas de Buda. Irónicamente, antes de retirarlas, los oficiales convocaron a los monjes del templo para tocar la campana, cantar conjuros y efectuar rituales budistas.
«En el pasado, los bandidos asaltaban a la gente por la noche. Hoy en día, bandidos con uniformes de policía saquean a la luz del día», afirmó la persona a cargo del templo, sin poder ocultar su ira.
El 12 de diciembre, aproximadamente 100 agentes de la Agencia de Seguridad Pública y de la policía local establecieron cuatro puestos de control en la intersección situada frente al templo de Fushou para impedir que la gente se acercara, ya que habían llevado al lugar dos excavadoras para demolerlo.
Según una fuente familiarizada con el asunto, la persona encargada del templo había presentado repetidamente solicitudes para obtener el certificado de registro de lugar de actividad religiosa, pero había sido rechazado en cada una de las ocasiones.