Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Un libro escrito por el politólogo estadounidense Carsten Vala responde a la pregunta de por qué algunas Iglesias domésticas son “toleradas” y otras son perseguidas en China.
“El presidente Xi Jinping detesta ver cruces”, declaran las autoridades al tiempo que adoptan medidas represoras en contra de los lugares de adoración como preparativo para albergar el evento deportivo en octubre.
Acusadas de “ilegalidad” o “perturbación”, aterrorizadas y manipuladas, numerosas iglesias domésticas son cerradas para obligarlas a que se unan a la Iglesia protestante oficial.
Las recompensas monetarias que ofrece el Gobierno nutren la cultura de la delación en China, lo cual pone en peligro permanente a las personas de fe y produce el cierre de iglesias.
El PCCh tiene una nueva misión: eliminar en todo el país a las iglesias domésticas dentro de los próximos dos años. Mientras tanto, está aumentando la apuesta y está cerrando iglesias por la fuerza y atacándolas incluso en el ciberespacio.
Cuatro de los líderes de la Iglesia también fueron arrestados en una de las operaciones más grandes en contra de esta red de iglesias domésticas.
Para evitar las redadas y arrestos, los creyentes de las iglesias domésticas disfrazan sus sitios de reunión u optan por orar en las montañas, simplemente para estar alejados de los ojos vigilantes del régimen.
Cualquier persona que rente a una iglesia doméstica puede ser castigada con una multa elevada… de hasta 30 000 dólares. La medida, apoyada con propaganda, ha dejado a muchas iglesias sin hogar.
Recompensas para informantes, registro de creyentes, propaganda y más: la provincia de Jiangxi no escatima esfuerzos para erradicar a las iglesias que aún no están controladas por el PCCh.
Desobedeciendo los procedimientos legales y utilizando la violencia, funcionarios continúan reprimiendo lugares de culto no oficiales, con el objetivo final de erradicarlos completamente.
El Partido Comunista Chino (PCCh) continúa persiguiendo a los cristianos procedentes del extranjero bajo el pretexto de «resistir la infiltración religiosa extranjera».
Un lugar de adoración en la ciudad de Taiyuan fue cerrado por la fuerza por “perturbar el orden público”, y los miembros de su congregación fueron llevados para ser interrogados.
Para asegurarse de que las congregaciones no tengan medios para reabrir los lugares de culto que han sido clausurados, el Partido Comunista Chino (PCCh) está confiscando sus bienes y quemando biblias y símbolos religiosos.
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