China gasta muchos recursos para suprimir la religión e invierte aún más para ocultar dicha supresión: cerrando calles, vigilando redes sociales y acosando a reporteros.
No se escatima en gastos para recompensar a los ciudadanos espías que denuncian a los creyentes
A fin de infundir el miedo entre las personas de fe, se expanden por toda China medidas que promueven las denuncias y se les ofrecen considerables sumas de dinero a los informantes.