Reunidos en medio de las ruinas de su iglesia, los creyentes rezan y le piden al Estado que respete la libertad religiosa. En China, no muchos se atreven ni siquiera a llevar a cabo pequeños actos desafiantes de este tipo.
por Lin Yijiang
A medida que el Partido Comunista Chino (PCCh) intensifica sus esfuerzos para reprimir el cristianismo, una gran cantidad de sedes pertenecientes a iglesias domésticas dispersas por todo el país han sido reprimidas por negarse a unirse a la Iglesia de las Tres Autonomías. Uno de esos lugares, el cual se hallaba emplazado en la aldea de Gaoqiang del condado de Lin’an, administrado por la ciudad de Hangzhou, en la provincia oriental de Zhejiang, fue destruido a fines de octubre. La demolición del edificio, el cual podía albergar hasta 200 creyentes, se llevó a cabo sin previo aviso y fue devastadora para la congregación.
Según un testigo ocular, a las 4 de la mañana del 20 de octubre, el Gobierno local desplegó a más de 200 agentes de la policía especial para hacer cumplir la demolición. Para efectuar el trabajo, se enviaron al lugar media docena de excavadoras y topadoras, y el edificio fue arrasado hasta los cimientos antes del amanecer. Aproximadamente a las 7 de la mañana, los miembros de la congregación que llegaron a su lugar de reunión se encontraron con una pila de escombros, siendo los mismos remanentes del destruido edificio de tres pisos. A fin de evitar protestas, los funcionarios amenazaron con esposar y detener al que intentara expresar cualquier tipo de queja relacionada con la demolición.
Uno de los creyentes le reveló a Bitter Winter que antes de la demolición, funcionarios del Gobierno local habían presionado repetidamente a la persona a cargo del lugar para que firmara un acuerdo para unirse a la Iglesia de las Tres Autonomías y aceptara predicadores designados por el Gobierno.
«El Gobierno tiene como objetivo eliminar el cristianismo de raíz» afirmó el creyente. El mismo explicó que los cristianos pertenecientes a iglesias domésticas son reacios a unirse a la Iglesia controlada por el Estado porque no quieren que el Gobierno controle sus creencias religiosas.
Sin un lugar donde practicar su fe, la congregación se reunió en las ruinas del lugar demolido. Para expresar su frustración por la brutal represión llevada a cabo por el PCCh, sostuvieron en sus manos dos pancartas que decían: «El Gobierno renuncia a sus responsabilidades» y «Devuélvannos nuestro lugar de reunión».
Considerando los brutales y opresivos métodos utilizados por el régimen cuando se trata de creyentes insubordinados, incluso estos pequeños actos desafiantes se están volviendo sumamente extraños en China. La demolición de los lugares de reunión no significa que los creyentes sean dejados en paz, razón por la cual la mayoría de las congregaciones reprimidas optan por efectuar una resistencia silenciosa procediendo a practicar su fe en secreto, eludiendo la vigilancia gubernamental.
Video: creyentes rezan en las ruinas del lugar de reunión demolido.
«Xi Jinping está tratando de erradicar todas las iglesias domésticas», le dijo a Bitter Winter el predicador de una iglesia doméstica emplazada en la ciudad de Wenling, en Zhejiang. “En el mes de abril demolieron nuestro lugar de reunión por negarnos a unirnos a la Iglesia de las Tres Autonomías, por lo cual tuvimos que buscar otros lugares para poder seguir practicando nuestra fe. Ahora nos reunimos de manera secreta y en grupos más pequeños en los hogares de los creyentes”.
“En China no existe la libertad religiosa. No nos atrevemos a celebrar reuniones de mayor envergadura, y tenemos que mantener la voz baja cuando cantamos himnos», añadió un miembro de la iglesia doméstica sin poder contener las lágrimas.
El predicador citó la orden emitida por la Agencia de Asuntos Religiosos de la ciudad de Wenling: “Todas las iglesias domésticas son ilegales y deben ser prohibidas. Todas las reuniones religiosas nocturnas, sin excepción, están prohibidas. Si un edificio es identificado como lugar de culto, deberá ser demolido”.
“Xi Jinping es una versión moderna de Mao Zedong. De hecho, es incluso más duro que Mao”, se lamentó el predicador con impotencia.