por Massimo Introvigne
El lanzamiento de Bitter Winter ha sido recibido por una buena cobertura mediática y ha sido cubierto con simpatía por varios blogs y sitios web académicos y de derechos humanos, desde Francia hasta Australia. Esperábamos también distintas reacciones. Un día después del lanzamiento, Google informó al editor de Bitter Winter que un “gobierno extranjero” estaba tratando persistentemente de hackear su correo electrónico personal e incluso antes de que enviáramos nuestro primer boletín, McAfee y otros servicios anti-spam fueron bombardeados con reportes de “consumidores independientes” que denunciaban nuestras actividades como spam. Fueron molestias menores cuya fuente se detectó fácilmente. Habiendo intercambiado mensajes en el pasado con los rusos, quienes al menos son sumamente profesionales, yo diría que en este caso tuvimos que lidiar con amateurs.
Más interesante todavía fue un artículo que se publicó en Vatican Insider, el suplemento sobre religión del diario italiano La Stampa. Me gustaría aclarar que considero que Vatican Insider es una de las mejores fuentes de noticias acerca de la Iglesia católica en el mundo. De hecho, Vatican Insider cubrió favorablemente el lanzamiento de Bitter Winter. No obstante, un artículo de Gianni Valente fue en una dirección distinta.
Valente es amigo personal del actual papa y un respetado periodista en diversos campos. Sin embargo, no parece estar bien informado sobre los nuevos movimientos religiosos chinos, un área en la que yo soy experto. En 2013 proclamó como un “estudio profundo” del más grande nuevo movimiento religioso cristiano chino, la Iglesia de Dios Todopoderoso, un breve artículo escrito por el padre Vito Del Prete publicado por la agencia de noticias del Vaticano, Fides, un resumen de artículos de diarios occidentales y chinos que ignoraron, bajo su propio riesgo, la literatura académica incluyendo la de los académicos comunistas chinos. De hecho, el artículo de Del Prete incluía crasos errores de facto. Fechó la fundación de la Iglesia de Dios Todopoderoso en 1989 en Heilongjang y no en 1991 en Henan, creyó que el nombre de la mujer china a la que reconoce como Dios Todopoderoso era “Deng”, un nombre que se utiliza únicamente en la propaganda anticulto, insistía en que los miembros de la Iglesia eran, principalmente, campesinos ignorantes (una teoría que ningún académico que haya entrevistado a varios de ellos confirmaría) y que “muchos” son conversos provenientes del catolicismo (de hecho, la mayoría viene de iglesias protestantes en casa) y consideró a Zhao Weishan como el único “fundador” del movimiento, una idea que delata la misoginia de la propaganda china, la cual no podría admitir que una mujer hubiera fundado una organización religiosa fenomenalmente grande y exitosa. De hecho, la fundadora de la Iglesia de Dios Todopoderoso es la mujer a la que reconoce como Dios Todopoderoso.
Peor todavía, Del Prete aceptó a partir de la misma propaganda la idea de que la Iglesia de Dios Todopoderoso asesina a sus miembros si desean dejar “el culto”. Este es uno de los ejemplos más indignantes de noticias falsas difundidas por el régimen chino para justificar su persecución de la Iglesia de Dios Todopoderoso. En dos ocasiones en 2017, la Asociación China Anti xie jiao me invitó a conferencias organizadas en China en contra de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Recibieron cobertura por parte de los medios de comunicación oficiales chinos y asistieron funcionarios de alto nivel de la unidad de policía especializada en combatir a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Habiéndoseles solicitado que produjeran evidencias de la violencia —incluyendo homicidios— supuestamente perpetrada por la Iglesia en contra de aquellos que quieren abandonar el redil o lo han dejado, los oficiales de policía respondieron que no había evidencias sólidas, pero que existen “rumores”.
Menciono todo esto porque en su artículo de 2018 Valente regresó a lo que escribió en 2013 y mencionó una vez más a Del Prete, como si de 2013 a 2018 los académicos no hubieran producido literatura sustancial sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso, haciendo que estas teorías sean indefendibles.
No obstante, el principal propósito del artículo de Valente no es difamar a la Iglesia de Dios Todopoderoso, aunque comúnmente lo hace. Lo que él realmente quiere atacar son las noticias consistentes “reportadas por testigos locales y que, a menudo, son anónimos” sobre la policía y el acoso por parte del PCCh hacia los católicos en Henan. Valente no menciona a Bitter Winter explícitamente, pero nos encontramos entre los pocos (junto con ChinaAid y AsiaNews) que publicaron noticias diarias desde Henan acerca de los ataques en contra de iglesias católicas y de las congregaciones que ahí se reúnen. Las noticias evidentemente eran anónimas: los valientes observadores que nos informan lo que está ocurriendo (y toman fotografías que nosotros publicamos), si se les identificara, irían a prisión o sufrirían algo peor.
Tal vez, sugiere Valente, estos informes son ciertos pero se debe considerar la situación peculiar de Henan, donde ambas iglesias en casa, incluyendo la Iglesia de Dios Todopoderoso —que él cree están financiadas y, quizá, fueron creadas por neoconservadores estadounidenses, si no es que directamente por la CIA—, conspiran para derrocar al régimen comunista.
Tratar de hacer que China sea un país más democrático sería una empresa digna y se debería aplaudir a la CIA por esto, pero la idea de que haya instituciones estadounidenses que financian a la Iglesia de Dios Todopoderoso es ridícula, aunque es cierto y tampoco debería sorprendernos que los evangélicos estadounidenses (que evidentemente no forman parte de la CIA) apoyan a ciertas iglesias chinas evangélicas. No obstante, las más grandes iglesias en casa son auténticas y originales creaciones chinas.
Valente aplica a China la desacreditada “teoría Rockefeller” que fue popular en Latinoamérica en el siglo XX. En algunos países latinoamericanos, la Iglesia católica fue políticamente liberal y algunos de sus teólogos de la liberación eran abiertamente marxistas. Insatisfechos con estas posiciones, muchos católicos se fueron y se unieron a iglesias pentecostales de rápido crecimiento. Los teólogos de la liberación argumentaron que los pentecostales fueron exitosos porque fueron financiados por la Fundación Rockefeller y otros frentes a favor del imperialismo estadounidense. De manera consistente, los académicos del pentecostalismo latinoamericano se burlaron de la teoría. Finalmente, conforme se acercaba el fin del siglo XX, se escucharon voces incluso en el campo de la teología de la liberación que admitían que el análisis fue equivocado y que las denominaciones pentecostales más exitosas en Latinoamérica eran indígenas y no significativamente financiadas por agencias estadounidenses y que algunas de ellas, de hecho, eran anti-estadounidenses.
La obsoleta “teoría Rockefeller” la revive ahora Valente y se aplica a China en la forma de una bizarra teoría conspiratoria. Valente es un periodista inteligente y no lo es por casualidad. Como el padre Bernardo Cervellera, el máximo experto católico sobre China explicó en una entrevista a Bitter Winter —la cual probablemente también perturbó a Valente— existe en la Iglesia católica una facción que insiste en un rápido acuerdo con el PCCh. En cierto momento, explicó Cervellera, esta facción comenzó a difundir noticias falsas sobre una inminente firma del acuerdo para ejercer presión sobre el PCCh y también para vencer las resistencias que existen al interior del partido. El PCCh se preocupa mucho por su imagen en el extranjero. Los intentos por comprar a los académicos para que apoyen su persecución de las iglesias en casa y el xie jiao fracasaron. Ahora Valente dice a Pekín que, si el acuerdo se firmara, el problema de relaciones públicas podría resolverse. Periodistas conectados con el Vaticano estarían listos para justificar la persecución afirmando que los perseguidos son agentes del imperialismo estadounidense.
Por supuesto, esto contradice las enseñanzas del Vaticano II y del propio amigo personal de Valente, el Papa Francisco, de que la libertad religiosa es indivisible y los católicos deberían protestar cuando la libertad de cualquier religión se vea amenazada y no solo la suya. París pudo bien haber valido una misa una vez, pero Pekín no vale la traición hacia millones de cristianos arrestados, torturados y asesinados.
Como he afirmado en otros momentos, no estoy de acuerdo con esos católicos archiconservadores que utilizan las negociaciones con China para atacar al Papa Francisco. Se les olvida que estas negociaciones las inició el anterior Papa, Benedicto XVI, y no comparto la opinión de que cualquier negociación por parte de la Iglesia católica con el régimen chino esté equivocada y sea inmoral. La Santa Sede es una entidad tanto política como religiosa y tiene una tradición de negociar prácticamente con cualquier persona. El problema es el contenido de la negociación. Negociar con Pekín es como la proverbial comida con el diablo. Puedes hacerlo, pero necesitarás una cuchara muy grande. Sumergir su cuchara en el veneno de la propaganda china en contra de otras religiones pondría a la Iglesia católica en una posición muy difícil y ambiciosa.