A los disidentes y a las personas de fe condenados a cumplir condenas en cárceles chinas se les niega el tratamiento médico y se les deja morir. Incluso las personas gravemente enfermas son obligadas a realizar trabajos manuales.
Por An Xin
Los incidentes de presos de conciencia gravemente enfermos que mueren mientras se encuentran detenidos, privados de atención médica y a los que se les niega la libertad condicional médica son sumamente frecuentes en China. La activista de derechos humanos Cao Shunli, quien expuso la corrupción del Partido Comunista Chino (PCCh), padecía varias enfermedades, y a pesar de las repetidas súplicas de sus familiares para que le otorgaran la libertad condicional médica, no recibió tratamiento médico hasta que cayó en coma. Murió pocos días después de haber sido finalmente enviada al hospital.
El premio nobel Liu Xiaobo fue diagnosticado con cáncer de hígado avanzado mientras se encontraba detenido. Murió apenas un mes después de que se le concediera la libertad condicional médica. El activista medioambiental tibetano Tenzin Choedak fue liberado cuando se hallaba en estado de extrema fragilidad y murió dos días después. Las repetidas solicitudes de libertad condicional médica presentadas por el abogado del escritor disidente Yang Tongyan (quien escribía utilizando el seudónimo Yang Tianshui) fueron rechazadas. El mismo murió a causa de una enfermedad apenas tres meses después de haber sido puesto en libertad condicional médica. Los activistas de derechos humanos Huang Qi y Yao Wentian, quienes siguen encarcelados, están gravemente enfermos. Sus familiares han presentado en repetidas oportunidades solicitudes de libertad condicional médica sin resultado alguno.
El abogado chino Jiang Tianyong fue puesto en libertad, pero aun así se le prohíbe obtener atención médica. En una entrevista con Radio Asia Libre, el abogado de derechos humanos chino, Tan Yongpei, conjeturó que la razón por la cual el régimen controla estrictamente a Jiang Tianyong y no le permite recibir tratamiento médico es que quiere deshacerse de él y encubrir la tortura y la persecución a lo que ha sido sometido.
Chin Jin, presidente de la Federación para una China Democrática, un grupo político con sede en Canadá, afirmó que a pesar de que tales figuras políticas y activistas no son condenados a muerte, el PCCh halla formas de hacerlos desaparecer.
Según el libro blanco titulado: Nuevo progreso en lo que respecta a la protección judicial de los derechos humanos en China, publicado en septiembre de 2016 por la Oficina de Información del Consejo de Estado, las cárceles y los centros de detención “crean historiales médicos para los detenidos, cuentan con médicos estacionados que recorren las celdas a diario y envían prontamente a los detenidos que necesitan salir de la prisión o del centro de detención en el cual se encuentran para recibir atención médica a un hospital local para que reciban tratamiento».
Pero es evidente que, para los presos de conciencia, incluidas las personas condenadas a causa de sus creencias religiosas, estos derechos no son accesibles en la China comunista.
Se le niega el tratamiento a un creyente gravemente enfermo
Zhao Mingqing (seudónimo) es miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), el mayor nuevo movimiento religioso cristiano chino, el cual ha sido objeto de brutales medidas represivas desde que fuera creado en el año 1991. En el año 2017, fue arrestado y detenido a causa de su fe. Luego de un año de detención, el hombre comenzó a sentirse mal: sus pies se hincharon y comenzó a sentir debilidad en las extremidades. Sus repetidas solicitudes de atención médica fueron rechazadas.
Finalmente, Zhao Mingqing logró obtener atención médica, y cuando los resultados de sus análisis llegaron, el diagnóstico fue brutal: cirrosis hepática. El médico dijo que su condición era extremadamente grave y que debía ser hospitalizado para recibir tratamiento o enfrentaría complicaciones. Pero el personal del centro de detención solo permitió que el médico le recetara unas píldoras para el hígado antes de escoltarlo de regreso a su celda.
A pesar de su grave enfermedad, Zhao Mingqing, fue sentenciado a dos años de prisión por «organizar y utilizar una organización xie jiao para socavar la aplicación de la ley».
Para los pacientes con cirrosis hepática, el exceso de trabajo puede exacerbar fácilmente su condición, pero Zhao Mingqing aun así se vio obligado a trabajar hasta 12 horas por día. También se le exigió someterse diariamente a tres horas de entrenamiento militar obligatorio. Si no podía recitar el reglamento de la prisión, se le obligaba a permanecer de pie durante dos horas a modo de castigo. Tuvo que tomar duchas frías en los helados meses invernales y se vio obligado a comer sobras. Apenas podía seguir en pie, sufría constantemente de debilidad en sus piernas, se sentía mareado y tenía dificultades para respirar.
De todos modos, el único tratamiento que recibió fueron cuatro tabletas para el hígado por día.
La falta de un tratamiento efectivo, combinado con un trabajo manual de alta intensidad, causó un rápido deterioro de su condición hasta que apenas podía caminar. Cuando en una oportunidad su temperatura subió a 40 grados Celsius (104 Fahrenheit), el médico le aplicó una dosis de una mezcla de hierbas por vía intravenosa, tras lo cual se vio obligado a volver a trabajar un turno de 12 horas.
Tres meses después, desarrolló ascitis, una acumulación anormal de líquido en el abdomen. Según la ley, los presos que padecen esta afección son elegibles para libertad condicional médica. Pero Zhao Mingqing fue nuevamente tratado con una mezcla de hierbas y fue enviado de vuelta al taller, su carga de trabajo no fue reducida.
Cuando solo le quedaban dos meses en prisión, el médico le dijo que su enfermedad había alcanzado un estado avanzado y que no podía curarse. Para asegurarse de que no muriera mientras se encontrara detenido, la administración penitenciaria le permitió permanecer en el hospital de la prisión para recibir tratamiento médico hasta su liberación.
Debido a que el momento oportuno para recibir tratamiento había sido pasado por alto, su condición continuó deteriorándose y su líquido ascítico no pudo ser eliminado, se sentía débil y tenía dificultades para respirar. Aun así, su solicitud de libertad condicional médica fue rechazada debido a que su condición «no había alcanzado el punto de la muerte».
Fue puesto en libertad cuando completó su condena.
Durante todo este tiempo, el creyente de la IDT fue repetidamente presionado para que firmara una declaración en la que renunciaba a su fe.
Fallecen al ser privados de atención médica
En el año 2014, Liu Shijin, miembro de la IDT procedente de la ciudad de Xinyang en la provincia central de Henán, fue sentenciado a tres años de prisión a causa de su fe. Se le notificó a la prisión que Liu Shijin estaba gravemente enfermo, pero se le negó el tratamiento y su condición comenzó a deteriorarse. Liu Shijin fue liberado antes de tiempo, en junio de 2016, debido a la gravedad de su enfermedad. Para entonces, Liu Shijin no podía comer ni beber nada sin vomitar. Fue diagnosticado con cáncer de estómago, pero debido a que el momento oportuno para recibir tratamiento había pasado mientras se encontraba en prisión, todo intento de salvarlo resultó ineficaz. Murió a la edad de 71 años, cuatro meses después de ser liberado.
Zheng Kunchang, procedente de la provincia sureña de Cantón, también fue sentenciado a tres años de prisión por ser miembro de la IDT. Desarrolló una obstrucción intestinal severa mientras se encontraba en prisión, pero no fue tratado y su condición se deterioró. Cuando sus familiares se enteraron de sus problemas de salud solicitaron la libertad condicional médica, pero fueron rechazados debido a que los creyentes de la IDT son considerados «prisioneros especiales», afirmó la prisión. A Zheng Kunchang finalmente se le concedió la libertad condicional médica en mayo de 2017, pero debido a la gravedad de su condición, numerosos hospitales se negaron a admitirlo. Murió en abril de 2018, justo antes de cumplir 35 años.
En el año 2004, Tang Yongjun, miembro de la IDT procedente de la ciudad de Bazhong, en la provincia suroccidental de Sichuan, fue sentenciado a cinco años de prisión. En marzo de 2006, murió a causa de una enfermedad mientras se encontraba detenido sin haber recibido tratamiento a pesar de las repetidas solicitudes de atención médica. Solo tenía solo 30 años.