El alto prelado católico insiste en que debemos culpar al Partido, no al pueblo chino, por propagar el virus en todo el mundo.
Por Massimo Introvigne
El 2 de abril, el cardenal Charles Maung Bo procedente de Birmania (Myanmar), arzobispo de Yangon, y un prelado sumamente alabado por el papa Francisco por su defensa de los derechos humanos, publicó en UCA News un artículo en el que sugiere que deberíamos responsabilizar al PCCh por la epidemia de coronavirus. Esta es una posición constantemente defendida por Bitter Winter. Esta epidemia fue causada por un «virus del Partido Comunista Chino (PCCh)», y no por un «virus chino». El pueblo chino es una víctima de la crisis. El PCCh es en gran parte responsable de la misma.
El cardenal Bo les recuerda a sus lectores que su país, Birmania, es «[…] extremadamente vulnerable. Somos una nación pobre, colindante con China, donde se originó la COVID-19, sin los recursos de salud ni la asistencia social que sí poseen las naciones más desarrolladas. Cientos de miles de personas en Birmania son desplazadas por el conflicto y deben vivir en campamentos situados a lo largo del país o en nuestras fronteras sin saneamiento, medicamentos ni los cuidados adecuados». La tragedia puede continuar fácilmente.
Los cristianos deben rezar y ayudar, afirma el cardenal, pero también deben preguntarse quién es responsable. Por supuesto, varios Gobiernos cometieron errores, pero «hay un Gobierno que debe ser principalmente responsabilizado por lo que ha hecho y lo que no ha hecho, y ese es el régimen del PCCh de Pekín. Permítanme ser claro: el PCCh es el responsable, no el pueblo chino». Los ciudadanos chinos son las «principales víctimas», mientras que «la represión, las mentiras y la corrupción del PCCh son las responsables».
El cardenal Bo resume la persecución llevada a cabo contra los médicos y reporteros ciudadanos que intentaron dar la voz de alarma. El mismo añade que «existe una profunda preocupación de que las estadísticas oficiales del régimen chino minimicen significativamente la escala de infección dentro de China. Al mismo tiempo, el PCCh ahora ha acusado al ejército estadounidense de causar la pandemia. Las mentiras y la propaganda han puesto en peligro millones de vidas en todo el mundo».
La reacción del PCCh ante la epidemia, comenta el cardenal, no es casual. Más bien, es «sintomática de su naturaleza cada vez más represiva. Durante los últimos años, hemos sido testigos de una intensa represión contra la libertad de expresión en China. Abogados, blogueros, disidentes y activistas de la sociedad civil han sido detenidos y han desaparecido». En particular, «el régimen ha puesto en marcha una campaña antirreligiosa, la cual ha dado lugar a la destrucción de miles de iglesias y cruces y al encarcelamiento de por lo menos un millón de musulmanes uigures en campos de concentración», por no mencionar la sustracción de órganos de presos de conciencia.
El cardenal concluye afirmando que «a través de su inhumano e irresponsable manejo del coronavirus, el PCCh ha demostrado lo que muchos ya pensaban: que es una amenaza para el mundo». Y, dado que existe evidencia de que el PCCh «es responsable, a causa de su negligencia criminal y su represión, de la pandemia que actualmente azota nuestras calles», ellos «Xi Jinping y el PCCh —no el pueblo [chino]— nos deben a todos una disculpa y una compensación por la destrucción que han causado». Como cristianos, «no debemos tener miedo de responsabilizar a este régimen».