De nuestros 45 corresponsales arrestados en el año 2018, 24 han sido liberados, pero los restantes permanecen encarcelados por decir la verdad. Un leopardo no puede cambiar sus manchas.
por Marco Respinti
Actualmente, la historia de nuestros 45 reporteros arrestados por el Partido Comunista Chino (PCCh) entre agosto y diciembre de 2018 es bastante famosa y triste. Hemos puesto al día a nuestros lectores hace un tiempo, ya que recibimos nuevos detalles sobre las condiciones de su arresto y las buenas noticias de la liberación de más o menos la mitad de ese grupo.
Ha llegado el momento de dar a conocer más información y comentarios sobre el riesgo que nuestros corresponsales experimentan diariamente para informarle al mundo, a través de Bitter Winter, sobre la grave situación de los derechos humanos y la libertad religiosa en China.
Tal y como informamos, 22 de los 45 corresponsales arrestados fueron detenidos en las prefecturas de Ilí y Kumul en Sinkiang, donde los uigures especialmente sufren la persecución por motivos religiosos y étnicos (es decir, racistas). No todos ellos son uigures. También hay algunos que arriesgan sus vidas y van a la cárcel por defender a personas de diferentes religiones y grupos étnicos. De esos 22, cuatro fueron puestos en libertad, mientras que la situación de los otros 18 sigue siendo desconocida meses después de su detención. Ya que en la actualidad la situación en Sinkiang es extremadamente grave, en el centro de lo que académicos, analistas y políticos llaman la «crisis del pueblo uigur«, no es posible llevar a cabo ningún tipo de investigación real.
Además de los 45 reporteros arrestados mencionados, otros fueron detenidos en las siguientes semanas, tras la Navidad del 2018 y durante la primera mitad del 2019. De varios casos que conocemos, pero de los cuales no contamos con más detalles, sólo podemos verificar dos, aunque sólo sea basándonos en escasa información. Recordemos que Sinkiang es una región sellada, enjaulada en un sistema masivo de control y vigilancia que está incrementando la calidad, no solo la cantidad de represión. Tal y como sugieren numerosos académicos que analizan el tema, el vasto y severo sistema de campos de confinamiento, dentro del cual funcionan los infames campamentos de transformación por medio de educación, es solo una parte del problema. La otra parte, y cada vez más sorprendente, es que todo el territorio de Sinkiang, campamentos o no, se está convirtiendo en una vasta prisión al aire libre para los ciudadanos cuyas actividades y movimientos diarios son estrictamente monitoreados, lo que a menudo da lugar a severas medidas represivas.
Llegados a este punto, es aún más importante subrayar, una vez más, que Bitter Winter se ha convertido en un objetivo de la represión del PCCh en China. Desde el principio, el PCCh nos ha hecho sentir su proximidad, pero a medida que pasa el tiempo, y nos volvemos más efectivos en la denuncia de sus delitos, esta proximidad se vuelve más palpable que antes.
Sabemos que los Gobiernos de las provincias de Henán, Zhejiang y otras áreas emitieron documentos confidenciales para acabar con Bitter Winter en el año 2019, ordenando llevar a cabo una exhaustiva investigación de nuestros reporteros, corresponsales y amigos en China Continental. Algunos de ellos fueron denunciados mientras recogían material de noticias, forzados a abandonar su trabajo y huir de la escena para evitar ser arrestados por la policía.
Aquí presentamos un resumen de los dos nuevos casos documentados.
Un reportero de Bitter Winter fue arrestado en el mes de noviembre por recopilar pruebas sobre la persecución de musulmanes de etnia hui, pero no hay información disponible sobre el paradero de dicha persona. Otro también fue arrestado en el mes de noviembre y puesto en libertad bajo fianza luego de que su familia gastara dinero para “mover algunos hilos”. En la actualidad, sigue siendo vigilado de cerca y la policía le advirtió que no abandone la ciudad en la que está recluido y que esté disponible para presentarse ante los agentes cuando estos lo soliciten.
Por otro lado, el PCCh está atento a las noticias publicadas diariamente por Bitter Winter, y constantemente trata de rastrear a nuestros reporteros y corresponsales descubriendo algunas pistas en nuestros informes. Esto no solo exige una mayor prudencia y una más profunda investigación y verificación de la información que recibimos, de los correos electrónicos que nos llegan y de las personas con las que nos encontramos, sino que también nos motiva y energiza aún más a diario para seguir transitando este camino eficaz y vital.
Tal y como había informado Bitter Winter, en diciembre pasado, un anciano creyente budista ciego, quien había vivido durante ocho años en un templo emplazado en el condado de Yangxin de la provincia de Hubei, recibió la orden de mudarse, y luego de ello se vio condenado a vivir en la pobreza. Nos dijeron que, en marzo de este año, personal gubernamental se presentó en ese condado para investigar a nuestros reporteros locales basados en la información del informe, afirmando que los casos de persecución religiosa publicados en el extranjero dañaban la imagen del Gobierno del PCCh.
Sí, estamos transitando el camino correcto, iluminando la aterradora oscuridad que el PCCh está imponiendo en el vasto país. Nunca nos detendremos, pero debemos elegir cuidadosamente nuestros pasos. Y lo que es aún más importante, necesitamos el apoyo de cada uno de nuestros lectores en todas las formas posibles que pueden idear para ayudar: no a nosotros, sino a los perseguidos por los que abogamos.