Creyentes de la Iglesia de Dios Todopoderoso relatan la difícil experiencia por la que tuvieron que pasar al intentar evadir la persecución del PCCh en medio del brote de coronavirus.
por Yang Guang’an
La Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), el grupo religioso más perseguido en China, continuó enfrentando arrestos e investigaciones incluso durante el brote de coronavirus. Dado que muchos creyentes de la IDT tienen antecedentes policiales debido a arrestos anteriores, los mismos se han convertido en el blanco de la vigilancia e investigaciones a largo plazo del Gobierno, las cuales no han cesado durante la pandemia. Considerados delincuentes y forzados a enfrentar extensas condenas de prisión a causa de sus creencias, estas personas a menudo huyen de sus hogares y viven a la fuga para continuar practicando su fe. Durante los meses de febrero y marzo, por lo menos 325 creyentes de la IDT fueron detenidos como resultado de operaciones en nombre de la «prevención de la epidemia».
Varios creyentes de la IDT comparten con Bitter Winter las difíciles experiencias por las que tuvieron que pasar durante la pandemia.
En el mes de marzo, una creyente de la IDT procedente de Pekín fue arrestada y llevada a una estación de policía local para ser interrogada. Debido a que en el año 2012 había sido detenida a causa de su fe, la mujer no quiso revelar su identidad, pero la policía velozmente la identificó. Los oficiales la obligaron a blasfemar contra su dios, pero ella se rehusó a hacerlo. Posteriormente, los mismos procedieron a golpearla y rociaron un poco de líquido en sus ojos, exigiéndole que revelara información sobre la Iglesia.
«Me acuclillé llorando a causa del dolor que sentía en mis ojos», le dijo la mujer a Bitter Winter. «Al verme tan adolorida, los oficiales se rieron a carcajadas y me preguntaron si el líquido sabía horrible».
Al día siguiente, sin haber podido sonsacarle ningún tipo de información, la policía la dejó ir, pero continuó vigilándola. La mujer logró escaparse de sus perseguidores y se escondió.
En el mes de febrero, una creyente de la IDT que había sido previamente arrestada se quedó en el departamento alquilado de una amiga, emplazado en la provincia norteña de Shanxi. En nombre de la prevención de la epidemia, la policía se presentó en el lugar para registrar su información personal. Temiendo ser arrestada si se revelaba su identidad, la creyente decidió esconderse colgándose de una barandilla que había afuera de una de las ventanas del apartamento, el cual estaba situado en el tercer piso. Consiguió escapar de la policía, pero se lastimó una pierna mientras se escondía, ya que sus manos resbalaron y casi cae al suelo. Afortunadamente, su pierna se atascó en la barandilla y la misma se salvó de una muerte segura. Luego de dicho suceso, la policía volvió varias veces al lugar para interrogar a su amiga, buscándola.
Dos creyentes de la IDT procedentes de la provincia norteña de Hebei, con antecedentes policiales de arrestos anteriores, se vieron obligadas a huir a otra ciudad y quedarse en un departamento alquilado. En el mes de febrero, mientras se imponían los cierres de emergencia a causa del coronavirus, los funcionarios de la comunidad frecuentemente visitaban los hogares de los residentes para averiguar sus identidades, en particular las de las personas de fuera del poblado. Las dos creyentes, sabiendo bien que serían arrestadas si se revelaban sus identidades, nunca abrieron la puerta, con la esperanza de que creyeran que nadie vivía en el departamento.
El 14 de febrero, los funcionarios sellaron las puertas para asegurarse de que nadie ingresara al departamento.
«Si hubiésemos intentado escapar por las ventanas, sin duda nos habrían descubierto y denunciado debido a los estrictos requisitos del cierre de emergencia», le dijo una de las mujeres a Bitter Winter. “Permanecimos adentro sin mucha comida. Apenas comíamos y solo cocinábamos gachas de arroz cuando sentíamos que ya no soportábamos el hambre”.
«En el noveno día, comenzamos a sentirnos mareadas, incapaces de caminar erguidas», recordó la otra mujer. «Pensé que moriríamos de hambre allí y que el propietario del departamento hallaría dos cadáveres».
Para poder mantenerse con vida, las mujeres comenzaron a comer comida podrida del cubo de basura. Durante el 17.o día de su terrible experiencia, una compañera creyente de la IDT fue a verlas y logró ayudarlas solicitando un permiso de viaje con su identificación. Las dos creyentes lograron evitar ser arrestadas.
«Nos vemos obligados a practicar nuestra fe en medio de un gran terror mientras el PCCh lleva a cabo su persecución», afirmó una de las dos creyentes.