Detenida por orar, las condiciones dentro del campamento de «transformación por medio de educación» demostraron ser una amenaza para su vida.
Mientras que los informes sobre detención de uigures en campamentos de «transformación por medio de educación» continúan propagándose a nivel mundial, el Gobierno chino ha tenido que enfrentar una condena generalizada. No obstante, sus funcionarios continúan defendiendo los campamentos con firmeza.
El jefe de redacción del periódico Global Times, controlado por el Gobierno, Hu Xijin, recientemente subió un vídeo en su cuenta de Twitter, afirmando que la vida dentro de los campamentos es feliz y está centrada en validar la formación profesional de los uigures.
No obstante, Bitter Winter recientemente habló con una mujer musulmana de etnia hui de unos sesenta años de edad que fue detenida por practicar la zalá (oración) en su hogar. En el mes de noviembre del año pasado, Ayshna (seudónimo) fue llevada a un campamento de «transformación por medio de educación» emplazado en un sitio desconocido de Sinkiang.
La misma reveló que la mantuvieron detenida en un sótano, donde la encerraron en una habitación con más de 40 personas. Entre los detenidos había personas de las etnias uigur, hui y han. La misma afirmó lo siguiente: «Siempre estábamos confinados en el sótano. La única vez que pudimos ver el cielo fue cuando nevó durante el invierno y nos ordenaron salir a palear la nieve».
Los detenidos eran obligados a cantar canciones alabando al Partido Comunista y a estudiar las políticas nacionales todos los días. También se los obligaba a recitar las regulaciones gubernamentales y cualquier persona que no pudiera hacerlo correctamente quedaría encerrada indefinidamente. “Nos exigían que solo creyéramos en el Partido Comunista. No se nos permitía tener ninguna otra creencia», afirma Ayshna.
Las comidas en el campamento solo incluían bollos al vapor y verduras hervidas. Dicha comida era difícil de tragar y no era lo suficientemente nutritiva. Como consecuencia de la carencia prolongada de luz solar y de las malas condiciones alimentarias, la salud de Ayshna comenzó a deteriorarse. Frecuentemente afirmaba sentirse mareada, pero los guardias disciplinarios la ignoraban hasta que un día se desmayó.
Un médico forense fue llevado al campamento y luego de examinarla descubrió que Ayshna padecía hipotensión arterial y estaba severamente anémica. Preocupados ante la posibilidad de que muriera si continuaba viviendo en el campamento, los guardias la liberaron 50 días después de haberla apresado.
Sin embargo, dicha liberación no equivalió a la libertad. Los cuadros de la comunidad llevaron a cabo arreglos para que alguien se quede en su hogar durante cinco días por mes, para así poder vigilarla y recordarle repetidamente que debe obedecer al Partido Comunista. La misma no puede salir sin permiso y es vigilada de manera constante.
Ayshna también afirmó que no es la única en su familia que está padeciendo semejante acoso. «Más de diez familiares, incluyendo a mi hija y a la esposa de mi hijo, todavía permanecen detenidos en campamentos. No sé cuándo serán liberados. Espero que estos días de dolor y oscuridad puedan formar parte del pasado y que pronto llegue la luz», afirmó.
Informado por Li Zaili