En aras de aplastar las creencias religiosas, el PCCh está alcanzando nuevos niveles de «creatividad», renovando estatuas de Buda y Lao-Tzu para que se parezcan a emperadores y escritores chinos.
por Shen Xinran
La campaña puesta en marcha por el Gobierno chino para eliminar los símbolos budistas y taoístas ha dado lugar a numerosas «creaciones» absurdas a lo largo del país, luego de que varias estatuas religiosas fueran modificadas para eliminar sus referencias espirituales. A pesar de las burlas surgidas tanto en el país como en el extranjero, la campaña de “cambio de imagen” de estatuas sigue mostrándose implacable.
En el condado autónomo Weichang Manchú y Mongol, administrado por la ciudad de Chengdé, en la provincia norteña de Hebei, una estatua del Buda Amitabha fue recientemente alterada para que luciera como el emperador Kangxi (1654-1722), el cuarto emperador de la dinastía Qing (1636-1912).
Según fuentes, la estatua del Buda Amitabha de 12 metros de altura, construida fuera de un templo en el año 2005 con fondos recaudados por los creyentes locales, era popular entre los fieles. Pero la Agencia de Asuntos Religiosos local le ordenó a la persona a cargo del templo que la desmantelara, alegando que la orden provenía del Gobierno central.
Como era imposible que vehículos pesados subieran la montaña para demoler la estatua, las autoridades decidieron alterar la estatua de Buda, cambiando su apariencia para que se pareciera a Mao Zedong, Confucio o el emperador Kangxi; cualquiera de los anteriores, siempre y cuando no fuera Buda.
La persona a cargo del templo no tuvo más remedio que contratar trabajadores para que alteraran la estatua. En la cabeza de Buda se colocó un gorro de emperador y, para cambiar el aspecto de la misma, se le añadió una coleta y barba.
No obstante, los funcionarios se mostraron insatisfechos con el cambio de imagen y exigieron más modificaciones, ya que las manos y la base de la estatua seguían siendo «demasiado budistas».
Los creyentes se sorprendieron y sintieron confundidos con el «cambio de imagen», sin poder comprender lo que representa el resultado final: un Buda o el emperador Kangxi.
«El Partido Comunista Chino (PCCh) no permite la existencia de estatuas budistas situadas al aire libre porque teme que todas las personas adoren a Buda y lo abandonen», comentó un creyente local, añadiendo que el Gobierno se siente incómodo si la gente adora a Buda, siendo la misma una tradición de larga data en China.
No solo se renuevan las estatuas de Buda: las de Lao-Tzu, el fundador del taoísmo, también están siendo alteradas a lo largo de China.
En el mes de julio, los residentes del poblado de Gushan, administrado por la ciudad de Donggang, en la provincia nororiental de Liaoning, se sorprendieron al ver cómo la estatua de Lao-Tzu situada fuera del Templo de Xuandu, en el Área Escénica de Dagushan, había sido modificada. Sobre la cabeza del filósofo se había colocado un alto sombrero de bambú, y las hojas de bambú para escribir que se hallaban situadas en su mano izquierda habían sido reemplazadas por un libro abierto.
Según fuentes, en septiembre del año pasado, funcionarios de la Agencia de Asuntos Religiosos de la ciudad habían sellado el Templo de Xuandu, en un intento de demoler la estatua de Lao-Tzu, alegando que «la misma no había sido autorizada». La persona que había proporcionado los fondos para construir la estatua logró negociar con el Gobierno local para preservarla. Pero con una condición: Lao Tzu tenía que ser alterado para que se pareciera a Cao Xueqin (1715-1763), el autor de Sueño en el pabellón rojo, considerada una de las novelas clásicas esenciales de la literatura china.
Al comentar las razones de esta transformación, un anciano taoísta local le dijo a Bitter Winter que el Gobierno busca eliminar los símbolos de fe y reducir la influencia de las religiones en la población. Debido a ello, está obligando a las personas a dejar de adorar a las deidades y rendirle tributo a las figuras religiosas y a comenzar a venerar la cultura y la literatura tradicional china.