Tras declarar que más del 90% de los uigures que se encontraban detenidos en Sinkiang habían sido liberados, el PCCh continúa sometiéndolos a trabajos forzados en las fábricas de la región.
por Li Benbo
Shorat Zakir, el presidente de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, declaró en julio del año pasado que más del 90 por ciento de los uigures que se encontraban detenidos en campamentos de transformación por medio de educación habían sido liberados y «hallaron un empleo adecuado a su gusto». Pero cada vez son más los hechos que demuestran que estas personas no han sido liberadas. En lugar de ello, son sometidos a trabajos forzados, y el Estado controla estrictamente cada uno de sus movimientos. Se trata de una nueva forma de detención que le aporta beneficios financieros al Gobierno.
Una fuente procedente de la ciudad de Kasgar de Sinkiang le dijo a Bitter Winter que el Centro de Educación y Capacitación de Chengnan, un campo de internamiento emplazado en el condado de Shule, ha estado enviando a jóvenes uigures detenidos a trabajar a fábricas de textiles, productos electrónicos, refrescos y otras fábricas aledañas desde el año pasado. Aproximadamente 800 personas permanecen detenidas en el campamento debido a que «su ideología religiosa no ha sido transformada».
Cada mañana, varios detenidos del centro de Chengnan son transportados en autobuses para realizar trabajos forzados en diferentes plantas y son llevados de regreso por la noche. Otros han sido trasladados de forma permanente para que vivan en sus lugares de trabajo. Una joven uigur del campamento ahora vive y trabaja en una fábrica textil emplazada en el municipio de Baren del condado. A veces se le permite quedarse en su hogar por un día o una noche, pero aún así tiene que pasar la mayor parte del tiempo en la fábrica. «No quiero irme de casa», su familia recuerda lo que dijo antes de tener que regresar luego de una reciente visita. Sus breves estancias con su familia no son relajadas porque los funcionarios de la aldea la visitan con frecuencia para comprobar lo que está haciendo.
Cuando sus familiares y amigos le preguntaron sobre su trabajo en la fábrica, la mujer sacudió la cabeza y comenzó a llorar, afirmando que a todos los detenidos se les prohíbe hablar sobre su trabajo, incluso con su familia.
Otra fuente le reveló a Bitter Winter que algunos uigures de edad avanzada que trabajan y viven en la misma fábrica textil son asignados a los llamados «equipos de despacho del servicio laboral»: son enviados a poblados o municipios cercanos para recoger algodón y otros cultivos. A estos trabajadores se les paga un 13% por debajo del salario promedio del mercado. Además de eso, se les deducen 15 yuanes (aproximadamente 2.1 dólares) para cubrir los gastos de transporte y una suma adicional para la comida, por lo que no les queda mucho. Algunos uigures poseen campos de algodón, pero no se les permite trabajar en ellos.
Un empleado gubernamental procedente de la capital de la región, Ürümqi, le dijo a Bitter Winter que el parque industrial del distrito de Midong también emplea a trabajadores uigures procedentes de los campamentos. Algunos de ellos también son enviados a trabajar como fabricantes de pan naan a un parque cultural-industrial emplazado en Ürümqi. Trabajan detrás de los escaparates para que los visitantes puedan verlos. El parque afirma estar reduciendo la pobreza, tras haber transferido a 400 uigures considerados «trabajadores excedentes» desde el sur de Sinkiang a principios del año pasado.
Otra fuente procedente de Ürümqi afirmó que el Gobierno obliga a las empresas a aceptar trabajadores provenientes de campos de internamiento. «Las empresas del parque industrial de Midong no querían contratar a estos trabajadores, pero no tuvieron otra opción luego de ser presionadas por las autoridades», explicó el hombre. «“Estos musulmanes son liberados solo de palabra. Esta es otra forma de detención. Siguen siendo supervisados de cerca. ¡El Gobierno está diciendo mentiras! Al hacer que los uigures trabajen, reduce las cargas financieras del Estado mientras continúa vigilándolos y controlándolos. También hacen esto para evadir las condenas y sanciones internacionales». El mismo cree que tales medidas de estabilidad social son excesivas, pero «el Gobierno simplemente no confía en los uigures».
Un empresario que trabaja con contratos gubernamentales procedente de Kasgar le dijo a Bitter Winter que había estado empleando a uigures provenientes de campos de internamiento desde el año 2019. Los grupos a veces están compuestos por más de 100 personas. Incluso cuando las empresas no necesitan tantos trabajadores, son obligadas a contratar a todos los que el Gobierno les asigne. El hombre afirmó que los uigures trabajan bajo la supervisión de personal especialmente designado para tal fin. En una ocasión fue testigo de cómo golpearon violentamente a un hombre por intentar escapar.