Una encuesta sobre la libertad religiosa bajo el régimen del PCCh lleva a la conclusión de que no existe libertad religiosa en la China comunista, a pesar de que los esfuerzos del régimen tendientes a erradicar la religión pasaron por diferentes etapas y utilizaron diferentes estrategias.
por Massimo Introvigne
- Índice:
- China imperial
- China republicana
- China maoísta primitiva
- Revolución cultural
- Era de Deng Xiaoping
- Era de Xi Jinping
Casi todos los meses se publican informes sobre la libertad religiosa en China. Y con las mejores intenciones, los que producen dichos documentos realmente se preocupan por la libertad religiosa. No obstante, existen algunos problemas con varios informes, o al menos es posible llevar a cabo alguna mejora en ellos. Los mismos recopilan valiosos detalles y mencionan casos individuales, pero a veces dejan de lado dos aspectos del panorama general. El primero es la ideología: ¿cuál es el propósito general del Partido Comunista Chino (PCCh) y, hoy en día, de la política relacionada con la religión de Xi Jinping? Y el segundo es el marco legal. Las Iglesias domésticas en general, por ejemplo, son frecuentemente ubicadas en el mismo grupo compuesto por movimientos religiosos clasificados como xie jiao, a pesar de que la situación legal de las que no están catalogadas como xie jiao es muy diferente.
China imperial
Al discutir la situación de la libertad religiosa en China, es importante tener en cuenta que nunca ha habido libertad religiosa en el país. En la China imperial, era una prerrogativa del emperador decidir qué religiones serían promovidas, toleradas o perseguidas. Desde el siglo V hasta el siglo X de la EC, existieron al menos cuatro intentos de erradicar completamente el budismo de China. A finales de la era Ming, se creó la categoría legal denominada xie jiao para indicar las «enseñanzas heterodoxas», enumeradas como tales en los edictos imperiales y severamente perseguidas (lo que a menudo significaba que sus líderes y una gran cantidad de sus seguidores eran asesinados). El Emperador decidía qué grupos eran catalogados como xie jiao basándose en sus inclinaciones teológicas y en consideraciones políticas. El cristianismo en su totalidad fue declarado xie jiao en el año 1725 y fue severamente perseguido, aunque su situación cambió debido a la presión militar occidental ejercida en el siglo XIX. Los emperadores generalmente desconfiaban de los nuevos movimientos religiosos (algunos de los cuales realmente intentaron derrocar al gobierno basándose en utopías milenarias), y en general los catalogaban como xie jiao. Cuando tenían dudas, consideraban estos movimientos como variedades del «Loto Blanco», a pesar de que académicos modernos han demostrado que esta clasificación era bastante arbitraria y no estaba relacionada con el Loto Blanco real, un movimiento que existió en la Edad Media, pero que posteriormente fue confundido con otros.
China republicana
Tampoco existió libertad religiosa en la China republicana. Teóricamente, la República proclamó que adoptaría una política de libertad religiosa de estilo occidental. En la práctica, sus políticas fueron fuertemente influenciadas por académicos que eran admiradores ateos de la Ilustración Europea o cristianos liberales que consideraban a la religión tradicional china como una superstición. Los mismos estaban convencidos de que la modernización requería una política de control y limitación de la religión inspirada en la Revolución Francesa. Uno de sus lemas era «convertir templos en escuelas» y, de hecho, miles de templos budistas, taoístas y confucianos, fueron demolidos o convertidos en escuelas seculares. La religión popular fue suprimida y considerada superstición. La lista de xie jiao se mantuvo en vigor y persistió la hostilidad hacia los nuevos movimientos religiosos, aunque con una nueva justificación. Las nuevas religiones aún eran perseguidas, pero la razón para hacerlo era que las mismas eran consideradas una amenaza para la modernización y el progreso, más que para la religión oficial sancionada por el Emperador. Algunas formas de cristianismo eran toleradas, y algunas incluso eran promovidas, siempre y cuando fueran percibidas como progresivas, poco intensas y favorables a la modernización.
La mayoría de estas políticas permanecieron en vigor en Taiwán durante el período de la Ley Marcial, es decir, hasta el año 1987, cuando la situación en la isla fue mucho más favorable para la libertad religiosa, y se permitió que nuevas religiones florecieran libremente, por lo que de hecho, Taiwán se convirtió en uno de los países con mayor cantidad de nuevos movimientos religiosos a nivel mundial.
China maoísta primitiva
El Mao Zedong (1893–1976) llegó al poder en el año 1949 y estableció su régimen comunista en China. Algunos de sus documentos sobre religión permanecen clasificados hasta el día de hoy, pero los conocidos y publicados son suficientes para distinguir entre dos períodos diferentes en su actitud hacia los creyentes. A pesar de la propaganda ocasional que argumenta lo contrario, existen pocas dudas de que Mao estaba totalmente comprometido con el ateísmo y con la erradicación total de la religión. No obstante, cuando el PCCh accedió por primera vez al poder, Mao creyó que una persecución inmediata, severa e indiscriminada de todos los creyentes religiosos no era apropiada ni necesaria. No era apropiada, ya que habría tenido efectos catastróficos en la imagen y en las relaciones internacionales del régimen comunista recién establecido. Y no era necesaria, ya que Mao, como dogmático adherente a la filosofía marxista-leninista clásica, estaba firmemente convencido de que, como una sociedad y un estilo de vida comunistas estaban siendo implementados en China, la religión desaparecería lenta y espontáneamente, habiendo perdido las raíces sociales que necesitaba para sobrevivir. Esto no había sucedido en la Unión Soviética, pero Mao creía que el comunismo soviético era imperfecto y que el verdadero y perfecto marxismo-leninismo sería implementado por primera vez en China.
Esto no significaba que Mao simplemente dejara de lado la religión. Él creía que el proceso de su extinción gradual debía ser acompañado, gobernado y acelerado por el PCCh, por lo cual tomó cuatro medidas importantes para implementar esta política. Primero, expulsó a todos los misioneros extranjeros. En segundo lugar, reclutó a creyentes que simpatizaban con el PCCh como adeptos para crear cinco asociaciones estrechamente controladas por el PCCh, en las que creía que todas las comunidades religiosas debían incorporarse: la Iglesia Protestante de las Tres Autonomías (1954), la Asociación Budista China (1953), la Asociación Islámica China (1953), la Asociación Taoísta China (1957) y el Comité Patriótico de Laicos Católicos Chinos (1957), el cual posteriormente pasó a llamarse Comité Patriótico Católico Chino, en resumen, la Iglesia Patriótica Católica se separó del Vaticano.
En tercer lugar, reforzó el control sobre los musulmanes en Sinkiang y, luego de invadir el Tíbet en el año 1950, sobre los budistas en el Tíbet. Tal y como han demostrado académicos modernos, Mao persiguió severamente a los primeros budistas tibetanos que vivían en regiones de China que no eran el Tíbet y, cuando los tibetanos protestaron en El Tíbet, utilizó dichas protestas como pretexto para imponer un régimen de persecución allí también.
En cuarto lugar, continuó las políticas imperiales y republicanas contra los nuevos movimientos religiosos clasificados como xie jiao, aunque por razones ideológicas propias (relacionadas con el hecho de que no las consideraba religiones) prefirió utilizar la etiqueta de «sociedades secretas reaccionarias» (反動會道門) en lugar de xie jiao. La persecución llevada a cabo por Mao contra el extenso y nuevo movimiento religioso denominado Yiguandao fue un ejemplo de ello, y entre los años 1953-1954, según informes policiales, 820 000 líderes y organizadores, y 13 millones de seguidores fueron arrestados, y miles de ellos fueron asesinados en las cárceles del PCCh. Debido a que el movimiento Yiguandao contemporáneo intenta cautelosamente que se le permita regresar a China, no está interesado en promover iniciativas que conmemoren la extraordinaria persecución a la que fue sometido en la década de 1950, pero su gran magnitud lo hace crucial para entender la subsiguiente persecución de xie jiao en China.
Revolución cultural
Las medidas aplicadas por Mao no funcionaron. A pesar de que el régimen comunista fue implementado y consolidado, la religión no mostró signos de desaparecer. Por el contrario, floreció y su segmento más vital y creciente estaba constituido por Iglesias cristianas que permanecían obstinadamente alejadas de la Iglesia de las Tres Autonomías controlada por el gobierno. Los historiadores han establecido firmemente que la erradicación de la religión a través de la violencia, ya que los métodos «blandos» habían fallado, fue uno de los principales objetivos de la Revolución Cultural y que Mao, en lugar de ser manipulado por otros, fue el principal instigador de la Revolución Cultural y de sus atrocidades.
Durante la Revolución Cultural, entre los años 1966 y 1976, todas las comunidades e instituciones religiosas fueron erradicadas, incluidas aquellas establecidas y controladas por el PCCh, es decir, las cinco religiones autorizadas. Innumerables templos, iglesias y mezquitas fueron destruidos, y una parte importante del patrimonio espiritual, artístico y cultural de China fue destruido. Incluso tener en el hogar una Biblia o una estatua de Buda era motivo suficiente para ser arrestado y, en varios casos, asesinado. Al menos medio millón de creyentes, posiblemente muchos más, fueron ejecutados o murieron en campamentos de trabajo. A principios de la década de 1970, los Guardias Rojos anunciaron que la religión había sido “eliminada como polvo» de China.
Era de Deng Xiaoping
El Mao Zedong murió en el año 1976, y Deng Xiaoping (1904–1997) llegó al poder en el año 1978. Deng rápidamente puso fin a la Revolución Cultural, al darse cuenta de que la misma estaba destruyendo no solo la cultura y los monumentos chinos, sino también la economía china y al propio régimen. La versión de Deng de que la Revolución Cultural había sido un error catastrófico sigue siendo la ortodoxia oficial hasta el día de hoy. No obstante, una cosa que la Revolución Cultural no había destruido era la religión. Cuando el polvo se asentó, quedó claro que, aunque miles de creyentes habían sido asesinados, la religión había sobrevivido de manera clandestina.
Deng no fue un crítico del comunismo, pero llegó a la conclusión de que la desaparición de la religión era una cuestión que llevaría siglos, no años o décadas. En el año 1982, promulgó el famoso “Documento nro. 19″, restaurando las cinco religiones autorizadas al estado que tenían antes de la Revolución Cultural. Deng incluso toleró un —»mercado gris» compuesto por religiones no autorizadas— aunque con ciertos límites: el movimiento Shouters (Gritones), por ejemplo, fue declarado xie jiao y fue prohibido en el año 1983, solo un año después de la promulgación del documento nro. 19 —y alentó prácticas tradicionales tales como el qi gong considerándolas «culturales» en lugar de religiosas. El sistema de tolerancia limitada de Deng no debe ser confundido con libertad religiosa. La Iglesia católica clandestina y varias Iglesias domésticas continuaron siendo perseguidas, y la propaganda relacionada con el «ateísmo científico» no se detuvo. Sin embargo, la era Deng fue, comparativamente hablando, el momento menos severo para la religión en la China comunista. Algunos académicos creen que la era Deng continuó con sus sucesores, hasta que Xi Jinping llegó al poder en el año 2012.
No obstante, la situación empeoró gradualmente incluso antes de la llegada al poder de Xi. Hubo un cambio sutil en la fórmula del documento nro. 19 en lo que respecta a “someter a la religión a la educación socialista”, a la redacción prevaleciente en los documentos de la década de 1990 de “guiar activamente a la religión para que la misma se adapte a la sociedad socialista”, lo cual se vio reflejado en las nuevas regulaciones promulgadas en el año 2004. Tres eventos marcaron el empeoramiento de la situación religiosa en China durante el período comprendido entre el retiro de Deng en el año 1989 y el acceso de Xi al puesto de secretario del PCCh en el año 2012. El primero fue la renovada represión contra los xie jiao implementada desde el año 1995 en adelante. Esto se debió principalmente al éxito inesperado de los nuevos movimientos religiosos cristianos, el mayor de los cuales fue la Iglesia de Dios Todopoderoso, establecida en el año 1991. Desde el año 1995, la lista de los xie jiao se convirtió en la herramienta principal de una persecución masiva, la cual recuerda a la represión llevada a cabo contra Yiguandao en la década de 1950.
El segundo, en el año 1999 el PCCh se enfrentó con Falun Gong, con el cual había mantenido una buena relación durante varios años como parte de la tolerancia y la promoción del qi gong. Falun Gong fue catalogado como un xie jiao y su persecución fue extrema en términos de alcance y crueldad. El tercer evento fue el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, el cual ofreció al PCCh el pretexto para acabar con los uigures musulmanes y con otras minorías etnorreligiosas musulmanas, afirmando falsamente, que una gran cantidad de ellos apoyaba el terrorismo.
El «terrorismo» y el «separatismo» fueron considerados sinónimos, lo que también permitió implementar una nueva represión contra los budistas tibetanos. Paradójicamente, otro evento que empeoró la situación de los musulmanes uigures en Sinkiang fue la desaparición de la Unión Soviética luego del año 1989. Mientras existiera la Unión Soviética, el PCCh temía que cualquier disturbio en Sinkiang ofreciera el pretexto a los soviéticos de afirmar que Sinkiang era, de hecho, «Uiguristán», y que su lugar estaba en la Unión Soviética junto a otras repúblicas cercanas habitadas por musulmanes túrcicos, como por ejemplo Kazajstán o Kirguistán.
Era de Xi Jinping
Xi Jinping se convirtió en secretario del PCCh en el año 2012 y en presidente de China en el año 2013. El término «neomaoísmo» es utilizado en ocasiones para describir su ideología, pero el mismo debe ser manejado con cautela, ya que Xi nunca negó que la Revolución Cultural había sido un desastre para el país, ni incumplió las reformas económicas procapitalistas de sus predecesores posteriores a Mao. No obstante, Xi dejó ver algunas similitudes con Mao en lo relacionado a reforzar la posición del secretario del PCCh, promover un culto hacia su figura (y, ocasionalmente, hacia la figura de Mao) y acabar con la religión.
Un estudio cuidadoso de los pronunciamientos y políticas de Xi relacionados con la religión muestra muy claramente que él cree que se ha dejado demasiada libertad para el desarrollo de la religión en China desde la era de Deng. Esto ha dado como resultado un crecimiento sin precedentes de Iglesias domésticas y, peor aún, de movimientos catalogados como xie jiao, tales como la Iglesia de Dios Todopoderoso. A pesar de que sus antecesores ya habían actuado ferozmente contra los xie jiao, reduciendo enormemente la presencia de Falun Gong (pero no de la Iglesia de Dios Todopoderoso) en China, Xi aplicó nuevas medidas para «erradicar a los xie jiao como si los mismos fueran un tumor», tal y como recita uno de los eslóganes del PCCh, en el cual se utiliza un lenguaje similar al de las campañas de la década de 1950 contra Yiguandao. No obstante, los tiempos han cambiado desde la década de 1950, el PCCh de Xi además promovió una campaña masiva de noticias falsas, destinadas a justificar la persecución a nivel internacional, utilizando al Frente Unido para reclutar académicos, activistas antisectas (algunos de ellos cristianos) y periodistas en Asia y Occidente como adeptos al partido. La campaña internacional masiva destinada a negar que los órganos de los presos de conciencia, particularmente pertenecientes a Falun Gong, fueran «extraídos» para realizar trasplantes en China, y la falsa acusación utilizada para afirmar que la Iglesia de Dios Todopoderoso fue responsable del asesinato ocurrido en el año 2014 en un restaurante McDonald’s (el cual, de hecho, fue perpetrado por otro movimiento religioso), fueron dos ejemplos espectaculares de las campañas internacionales de noticias falsas impulsadas por Xi.
Xi había perdido la paciencia en lo que respecta a la estrategia de Deng de acompañar a la religión a una desaparición lenta, por medio de un proceso que duraría décadas o incluso siglos. Él decidió actuar firmemente contra los tres segmentos de la religión china. Las cinco religiones autorizadas y controladas por el PCCh tenían que entender que existían para supervisar la desaparición de la religión, y no para promoverla. Xi ordenó, en particular, el estricto cumplimiento de las disposiciones que prohíben el ingreso de menores a iglesias o templos, o que los mismos estén sujetos a cualquier tipo de educación religiosa, con la esperanza de que estas medidas impidan la transmisión de la religión a las nuevas generaciones. Xi no solo continuó, sino que alcanzó un récord en lo que respecta a la cantidad de personas arrestadas, detenidas y asesinadas en la campaña contra los uigures y otras minorías musulmanas en Sinkiang, contra los budistas disidentes en el Tíbet y contra los movimientos catalogados como xie jiao. Aquellos miembros de Falun Gong que aún permanecían en China fueron nuevamente perseguidos sin piedad, pero la ira principal de Xi estaba reservada para la Iglesia de Dios Todopoderoso, ya que su unidad de policía especializada creada para luchar contra los xie jiao le había dicho que, a pesar de la represión, dicho movimiento había continuado creciendo, y para el año 2014 había alcanzado la espectacular cifra de cuatro millones de miembros.
Xi también dedicó muchos recursos en la propaganda que justifica la represión de los «separatistas» y del xie jiao en el extranjero, tanto que la campaña en ocasiones produjo un efecto indeseado, con académicos denunciando públicamente los intentos llevados a cabo por el PCCh por comprarlos y manipularlos, y con países extranjeros ridiculizando los intentos de Xi tendientes a presentar a los tan temidos campamentos de transformación por medio de educación como «escuelas».
En el año 2018, la política de Xi relacionada con la religión fue institucionalizada con la entrada en vigor de la Nueva Regulación sobre Asuntos Religiosos, la cual fue convertida en ley el 26 de agosto de 2017. El objetivo principal de Xi quedó claro. Entre las cinco religiones autorizadas y los xie jiao prohibidos se encuentra el denominado mercado gris, el área de la religión que incluye a la mayoría de los creyentes chinos. Los mismos forman parte de Iglesias protestantes domésticas, de la Iglesia católica clandestina, de una gran cantidad de organizaciones musulmanas, budistas y taoístas, y de mezquitas y templos que no forman parte de las asociaciones oficiales.
El mensaje central de la nueva ley, cuya implementación completa está a la espera de regulaciones adicionales, es que la tolerancia relativa y limitada que este mercado gris ha disfrutado desde el Documento nro. 19 creado por Deng está llegando a su fin. A las Iglesias domésticas y a las mezquitas y templos independientes se les comunicó que tienen dos alternativas: o se unen a las asociaciones oficiales pertenecientes a alguna de las cinco religiones autorizadas, o serán perseguidos y relegados al infierno de los xie jiao. En la segunda mitad del año 2018, académicos legales comenzaron a notar un fenómeno alarmante. El artículo 300 del Código Penal Chino, el cual establece que estar activo en un xie jiao es considerado un delito, es aplicado por jueces contra creyentes pertenecientes a comunidades no catalogadas como xie jiao, pero que tampoco forman parte de las cinco religiones autorizadas.
Los lugares de culto de las religiones del mercado gris —iglesias, mezquitas, templos budistas y taoístas, así como también cruces y estatuas de Buda o de Lao-Tzu— están siendo destruidos con mayor frecuencia. Algunos lugares de culto de las cinco religiones autorizadas también son demolidos ocasionalmente, utilizando como pretextos violaciones de reglamentos de zonificación, o el hecho de que, a pesar de las prohibiciones oficiales, se permite el ingreso de menores a dichos sitios.
Mientras que otros segmentos del mercado gris simplemente son acosados para que se unan a alguna de las cinco religiones autorizadas, Xi parece ser consciente de que esta estrategia no funcionaría para la Iglesia católica clandestina, siempre y cuando la misma cuente con el respaldo internacional de la Iglesia católica, la organización religiosa más grande del planeta. Debido a ello, el PCCh adoptó una estrategia diferente con los católicos, firmando el 22 de septiembre de 2018 el acuerdo entre el Vaticano y China, e insistiendo en que sus cláusulas deberían mantenerse en secreto. Teóricamente, con este acuerdo, Xi debería deshacerse del problema católico, ya que la Iglesia católica clandestina debería fusionarse gradualmente con la Iglesia Patriótica Católica controlada por el PCCh, contando con obispos nombrados por el Papa, pero con acuerdo del PCCh. No obstante, existen resistencias en la Iglesia Patriótica Católica y en sectores del propio PCCh, así como también existen críticas por parte de algunos católicos. El éxito de la implementación del acuerdo aún está por verse.
Xi Jinping se enfrenta a una creciente cantidad de problemas relacionados con las relaciones públicas internacionales. Ocasionalmente, todavía se siguen creyendo algunas noticias falsas concernientes a los xie jiao, tales como las vinculadas a Falun Gong y a la Iglesia de Dios Todopoderoso, pero los académicos pertenecientes a la nómina del PCCh han sido expuestos, y la mayoría de los académicos occidentales ofrecen cada vez una mayor cantidad de narrativas alternativas que desafían la propaganda. Falun Gong continúa adelante con sus campañas públicas internacionales en las que denuncia al PCCh, y una coalición compuesta por activistas de derechos humanos, académicos y varias ONG que se manifiestan en contra de la persecución de la Iglesia de Dios Todopoderoso está cobrando impulso, algo que el PCCh no esperaba. El hecho de que un millón de uigures musulmanes se encuentren detenidos en condiciones inhumanas en campamentos de transformación por medio de educación ha generado una fuerte reacción de la comunidad internacional. Y, obviamente, los musulmanes forman parte de una circunscripción internacional mucho más grande y más poderosa que la de los xie jiao.
No obstante, Xi Jinping parece haber decidido conscientemente responder a las críticas internacionales solo con mayores esfuerzos aplicados en propaganda, difundiendo noticias falsas y manipulando o corrompiendo a cierta cantidad de políticos, periodistas y académicos internacionales. En definitiva, erradicar la religión parece ser para Xi un objetivo más importante que mejorar la pésima imagen internacional que posee el PCCh y el régimen en lo que respecta a derechos humanos.