Los líderes del PCCh en Sinkiang afirman que la mayoría de los internos de los campamentos han encontrado “un trabajo apropiado”. De hecho, no han sido liberados, sino que son obligados a trabajar en fábricas construidas dentro de los campamentos.
por Massimo Introvigne
Una mentira lleva a otra. Primero, el Partido Comunista Chino (PCCh) afirmó que los temidos campamentos de transformación por medio de educación de Sinkiang, donde 3 millones de uigures y otros prisioneros de conciencia (incluyendo miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso) están detenidos, no existían. Al ser confrontados con cuantiosas evidencias de que los campamentos en verdad existían, el PCCh afirmó que se trataba de “escuelas vocacionales”. Bitter Winter fue el primer medio que publicó evidencia en video proveniente del interior de los campamentos, la cual probaba que, en realidad, son cárceles.
Ahora, el PCCh ha lanzado con bombo y platillo una tercera versión de la mentira. El 30 de julio, dos de los máximos líderes del PCCh en Sinkiang anunciaron que, sí, entre los detenidos se encontraban uigures y otros, pero que ahora “se podría decir que tal vez un 90% o más han encontrado un trabajo apropiado que les gusta”. En una conferencia de prensa, Alken Tuniaz, el vicepresidente del Gobierno de Sinkiang, dijo que la mayoría de las personas detenidas en los campamentos “han regresado a la sociedad y a sus familias”. Y fue Shorat Zakir, el presidente del mismo Gobierno de Sinkiang, quien afirmó que el 90% había encontrado trabajo.
A decir verdad, no queda claro qué fue lo que dijeron exactamente. En una versión, anunciaron que el 90% de los internos han sido liberados. En otra, dijeron que el 90% de los liberados han encontrado trabajo, sin establecer cuántos han sido liberados. Evidentemente, ambas declaraciones son distintas.
Ninguna es cierta, pero en el peculiar lenguaje marxista del PCCh siempre existe una media verdad “dialéctica” formal que esconde una mentira sustancial. Que un número importante de internos del campamento hayan “regresado a sus familias” es una mentira crasa. Muchos de ellos tienen familiares en el extranjero, quienes no han recibido ninguna buena noticia de ellos; de hecho, ninguna noticia en absoluto. La activista uigur Rushan Abbas sugirió que los reporteros que asisten a estas conferencias de prensa pregunten explícitamente dónde se encuentra su hermana. Sólo un nombre, sólo un ejemplo de una prisionera que es médico, que no necesita ningún “entrenamiento vocacional” y que desapareció en los campamentos en septiembre de 2018. ¿Acaso no forma parte del 90%? ¿Dónde está?
Bitter Winter ha reportado acerca de la frenética construcción de nuevos campamentos en 2018 y 2019. ¿Acaso fueron construidos simplemente para desmantelarlos luego de unos cuantos meses? Nadie lo creería. No obstante, las crasas mentiras del PCCh se proponen en una relación dialéctica con medias verdades. Y estas son verdades que Bitter Winter ya ha documentado, incluso a través de videos, y está en posición de probarlas. Es cierto que algunos uigures ya no están en los campamentos de Sinkiang. Han sido trasladados en secreto a otras partes de China. Sin embargo, esto no mejoró su situación. Como dijo a Bitter Winter un valiente trabajador de una prisión en Henán, donde miles de uigures fueron trasladados recientemente, “estos uigures son mantenidos por separado en las llamadas ‘áreas penitenciarias de alto riesgo’, con esposas y grilletes 24/7. Los guardias de la prisión pueden dispararle en cualquier momento a cualquier persona que se considere como desobediente. Estos uigures pasarán el resto de su vida en la cárcel sin ser enjuiciados o sentenciados. Están condenados a morir en prisión”.
Y es cierto que muchos internos de los campamentos de transformación por medio de educación, quizá la mayoría —algunos pueden decir que incluso un 90%— han “encontrado un trabajo apropiado”, aunque dudamos que sea “de su gusto”. Cada vez más, aparte de ser sujetos a un adoctrinamiento forzoso, los internos en los campamentos de transformación por medio de educación son enviados a trabajar en fábricas que forman parte de los grandes complejos que también incluyen cárceles.
Por ejemplo, cuando el enorme campamento de transformación por medio de educación se construyó en 2018 en Yining, en el condado de Huocheng, el área que abarcaba unos 100 000 m² incluía las viviendas tipo cárcel de los internos y nueve fábricas, incluyendo una fábrica de ropa, una de artículos electrónicos y una planta procesadora de alimentos. Estas fábricas ya han comenzado a operar, y es donde los internos son enviados a trabajar. Se trata de trabajos forzados o trabajo esclavo, para contribuir a los enormes costos de mantener en prisión a tres millones de uigures y a otros prisioneros. Sin duda, un “trabajo apropiado”.