El creciente número de muertes en las cárceles o bajo custodia policial es otro motivo de preocupación en cuanto a la situación de los derechos humanos en China. Dos familias cuentan sus historias.
por Lu Xiaojing
El lunes, defensores de los derechos humanos chinos informaron que Wang Meiyu, un activista procedente de la provincia central de Hunan, murió inesperadamente por causas desconocidas en un centro de detención. Su esposa, Cao Shuxia, afirmó que el Gobierno no le explicó a la familia lo que había sucedido. «No dijeron cómo murió. Incluso fuimos amenazados en el lugar donde sucedieron los hechos, afirmando que si sacábamos fotos, tendríamos que asumir la responsabilidad», añadió.
El 8 de julio, Wang Meiyu fue arrestado en la estación de trenes de Changsha, emplazada en Hunan, debido a los repetidos llamamientos públicos que había realizado para que el presidente Xi Jinping y otros funcionarios del Gobierno dimitieran. El 10 de julio fue enviado al centro de detención de la ciudad de Hengyang en Hunan y detenido por «generar peleas y provocar problemas».
Lamentablemente, en China, las muertes antinaturales durante una detención son sumamente frecuentes. Dado que el Gobierno amenaza a los familiares y obstruye sus investigaciones, muchas de esas muertes siguen siendo desconocidas para el público y las verdaderas causas de las mismas siguen siendo misterios que nunca podrán ser resueltos. Las autoridades inventan una amplia variedad de razones absurdas para encubrir las verdaderas causas –en muchos casos, la tortura o el maltrato de los detenidos– de por qué dichas personas fallecieron mientras se encontraban detenidas, como por ejemplo, morir «mientras jugaban a las escondidas«, «se estaban lavando la cara«, «tropezaron y se cayeron» o «se atragantaron con huesos de pollo«. Dado que tales informes se hicieron públicos, estos términos son frecuentemente utilizados en la actualidad por la gente para burlarse del Gobierno por el mal uso del poder que resulta en muertes.
Dos personas compartieron con Bitter Winter sus trágicas historias de pérdida de familiares mientras se encontraban detenidos. Temiendo ser perseguidos, pidieron permanecer en el anonimato.
Un joven muere el mismo día en que fue detenido
Alrededor de las 11 de la mañana del 14 de julio de 2016, un joven procedente de la provincia suroriental de Fujian, quien estaba atravesando la ruptura de una relación romántica, golpeó con su puño un vehículo estacionado en una calle de la aldea. Los espectadores que vieron el incidente llamaron a la policía y el hombre fue llevado a la estación de policía local. Alrededor de las 5 de la tarde de ese mismo día, la policía notificó al padre del joven que su hijo había muerto y que su cuerpo había sido enviado a un crematorio.
Los amigos y familiares del hombre pidieron ver su cuerpo. Se les permitió ir al crematorio, pero se les dijo que dejaran sus teléfonos en otra parte para que no pudieran tomar fotos.
Después de ver numerosos moretones en su cuerpo, sus seres queridos concluyeron que probablemente fue golpeado hasta morir.
«Había tres hematomas en forma de bloque en el pecho y moretones negros en los brazos y las piernas», relató uno de los familiares. “Todo su cuerpo estaba cubierto de cortes y moretones. Definitivamente fue asesinado a golpes».
A pesar de que un centro forense llevó a cabo una autopsia siguiendo las demandas de la familia, sus conclusiones fueron retenidas y no reveladas a los afligidos familiares del hombre. Posteriormente, el Gobierno asignó unilateralmente otro laboratorio forense para que realizara una nueva autopsia.
Los familiares del fallecido utilizaron sus conexiones para obtener los resultados forenses no revelados, los cuales indicaban que fuerzas externas, infligidas mientras estaba vivo, fueron las causantes de los moretones existentes en múltiples partes del cuerpo. Lo que es más importante, había numerosas líneas de fractura en su cráneo, cuya base había sufrido una fractura que produjo numerosos fragmentos óseos y además tenía una abolladura en forma de anillo.
La familia consultó a un especialista ortopédico, quien confirmó que la fractura y la abolladura en la base del cráneo se correspondían con las características de ser golpeado verticalmente con un bastón eléctrico.
Sin importar lo anteriormente especificado, el Gobierno se negó a investigar el caso y la familia del difunto se embarcó en un camino para defender sus derechos y solicitar justicia. De nada sirvió. Fueron interceptados cuatro veces seguidas mientras intentaban presentar una petición ante el Gobierno y fueron detenidos, amenazados e intimidados.
Nadie se responsabiliza por la muerte de un hombre
Un joven procedente de la provincia central de Henán murió bajo circunstancias sospechosas mientras se encontraba cumpliendo su condena en prisión por haberle infligido lesiones de manera accidental a una persona que posteriormente falleció.
Cuando en marzo de 2015 sus familiares fueron a visitarlo, descubrieron que estaba delirando y que ni siquiera reconocía a sus padres. El joven temblaba y se retorcía constantemente, su cuerpo estaba rígido, con los hombros en alto, los puños y los dientes apretados, y caminaba de manera inestable.
Su familia no podía entender cómo había cambiado por completo solo unos meses después de su última visita. Por medio de sobornos y conexiones lograron visitarlo nuevamente al día siguiente. Su situación había empeorado: ya no podía caminar y tenía que ser sostenido por dos reclusos. Tenía la cabeza baja, su ojo derecho sobresalía y su rostro estaba muy magullado. Se frotaba los brazos con las manos y repetía de manera delirante, «Bacterias… Todo está compuesto de bacterias…».
Cuando su familia le preguntó qué es lo que estaba mal, sacudió la cabeza y respondió: «No sé… No sé con qué me inyectaron. No puedo recordar nada».
Posteriormente, la familia volvió a utilizar sus conexiones para asegurarse de que fuera puesto en libertad condicional por razones médicas, pero la administración penitenciaria afirmó que estaba fingiendo su enfermedad y que si el hospital se enteraba de su condición le duplicarían la condena. Su familia se vio obligada a rendirse.
Más de un mes después, los padres del joven recibieron una llamada telefónica desde la prisión informándoles que su hijo había sido asesinado a golpes por prisioneros.
La familia quedó devastada. Al ver su cuerpo, descubrieron que estaba cubierto de heridas y prácticamente ninguna parte del mismo estaba ilesa. Además presentaba numerosas quemaduras de cigarrillo y marcas de pinchazos de aguja.
El establecimiento penitenciario no solo no se responsabilizó por la muerte del joven, sino que incluso amenazó a su familia para que no presentaran ningún tipo de petición ante las autoridades de nivel superior. Temiendo represalias, sus familiares se vieron obligados a rendirse.