La idea de los derechos humanos se funda en el principio de los derechos naturales. Pero los principios oficiales chinos sobre los derechos humanos establecen que los derechos humanos se los da la sociedad al individuo.
El presente texto fue presentado como una conferencia en el seminario Libertad de Religión y Credo, y el derecho al asilo, organizada por Derechos Humanos sin Fronteras y el eurodiputado Tomáš Zdechovský en el Parlamento Europeo, en el 27 de junio de 2018.
Como activista de los derechos humanos, considero la falta de libertad religiosa, incluyendo la persecución a los miembros de la Igleisa de Dios Todopoderoso, y la violación de otros derechos fundamentales en China como problemas cruciales del mundo actual. Estos problemas tienen amplias implicaciones no solo para la libertad individual, sino también para la idea de libertad misma.
En primer lugar, estos problemas afectan a millones de nuestros hermanos y hermanas. China tiene una población superior a los 1400 millones de personas. Eso es más que la población de Norteamérica, Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda y Europa Occidental juntas.
Estos impresionantes números se traducen en enormes números de víctimas. De acuerdo con Derechos Humanos sin Fronteras, que lleva un registro de los prisioneros de conciencia en todo el mundo, China ha encarcelado al mayor número de creyentes de todas las denominaciones en el mundo. Los expertos sostienen que el número de personas que están siendo detenidas por sus creencias y prácticas religiosas es el más alto desde la Revolución Cultural.
Esto incluye grandes cantidades de protestantes evangélicos y protestantes pentecostales que pertenecen a las iglesias domésticas clandestinas. Mucho más de la mitad de los protestantes chinos pertenece a estas iglesias domésticas clandestinas. La presión sobre estas organizaciones ha aumentado dramáticamente. Están recibiendo muchas presiones para que se registren y son oprimidas por la autoridad del gobierno, y las que no lo hacen, son etiquetadas como “sectas malvadas”. Están enfrentado un escrutinio más intenso por parte de las fuerzas de seguridad y confiscaciones de sus propiedades, así como ataques físicos y arrestos de pastores.
Al mismo tiempo, el número de protestantes cristianos en China está creciendo a un ritmo impresionante y es considerado ya un despertar religioso. El número de protestantes chinos se ha incrementando en cerca de un 10% cada año desde 1979 y, debido a esta tasa de crecimiento, China tendrá la más amplia población de cristianos en el mundo dentro de 12 años.
Los millones de protestantes chinos no se ven a sí mismos o no se comportan como grupos políticos o como una oposición política. Pero cualquier comunidad religiosa, en un Estado autoritario o totalitario que exige total lealtad a sus ciudadanos, es un riesgo para la autoridad del Estado. En años recientes, el Estado chino se ha vuelto más controlador e invasivo.
Las autoridades hacen referencia a elementos particulares de la tradición social y filosófica de China para justificar su autoritarismo y nacionalismo étnico. La religión es un riesgo para este régimen declaradamente ateo; las autoridades incluso arremeten contra los ciudadanos que intentan celebrar el festival persa del Nouruz.
Pero el problema más apremiante es qué pasará cuando la cada vez más grande comunidad protestante cristiana choque con una política de creciente control estatal sobre los derechos individuales y libertades, una política que incluso llega a establecer registros de lealtad para cada ciudadano basados en el monitoreo de sus hábitos privados de lectura y comunicación. Los censores chinos son tan paternalistas, que incluso han prohibido el videojuego “Los Sims” porque presenta relaciones entre personas del mismo sexo.
China es la casa de mucho más de 10 millones de católicos. Un nuevo y altamente dudoso acuerdo con el Vaticano los colocará todavía más bajo el control del gobierno.
Las autoridades locales en China prohíben el ayuno durante el Ramadán y queman el Corán. De acuerdo con la organización cristiana sin fines de lucro China Aid, las autoridades quieren eliminar completamente al Islam de Sinkiang.
Aquí, una vez más, el régimen está obstinada e innecesariamente abocándose a un choque con los musulmanes y alimentando el extremismo musulmán al que dice estar combatiendo. El pueblo uigur es la población indígena de la región de Sinkiang, la cual solo ha estado bajo control chino desde el siglo XVIII.
En la actualidad, los uigures representan menos de la mitad de la población. Están sometidos a un proceso de clasificación discriminatorio, utilizando una tecnología invasiva, así como restricciones de viaje. Pero lo que es más inquietante, es que los musulmanes uigures están siendo forzados a ingresar a los así llamados “campos de reeducación”. De acuerdo con algunas estimaciones, cerca de un millón han sido retenidos en estos campos y sometidos a tortura, incluyendo el ser obligados a comer cerdo y beber alcohol.
Y, por supuesto, no debemos dejar de mencionar la fuerte opresión que sufren desde 1999 quienes practican la disciplina espiritual del Falun Gong. Se ha creado un departamento especial en el gobierno con el único objetivo de erradicarlos. De hecho, muchos desaparecen después de ser arrestados y forzados a ingresar a prisiones y campos de trabajo forzado.
China viola la libertad religiosa y otros derechos humanos, pero asegura defender los derechos humanos con políticas que han elevado el nivel de vida en el país. Todos entienden que la cultura china hace un gran énfasis en las responsabilidades colectivas y que no es tan individualista como las sociedades del mundo occidental. Pero eso no es una excusa para violar los derechos individuales y los derechos individuales no se contraponen a la lealtad de grupo.
No es exagerado decir que el régimen chino no acepta en lo más mínimo el concepto de derechos humanos. El régimen no tiene compromiso alguno con defender los derechos naturales de los individuos, derechos que anteceden al estado y que trascienden y limitan las leyes hechas por gobiernos y legislaturas.
La idea de los derechos humanos se funda en el principio de los derechos naturales. Pero los principios oficiales chinos de los derechos humanos establecen que los derechos humanos son dados al individuo por la sociedad. Así, si la “sociedad”, esto es, el Estado puede dar derechos, también puede quitarlos. Así pues, los derechos humanos son como cualquier otra ley.
Las víctimas de las políticas opresoras chinas saben que esto no es verdad. Entienden que los derechos humanos existen y que son sagrados, porque ellos han perdido esos derechos. Y como personas que entienden los derechos humanos, no solo necesitan nuestra protección, necesitan también ser bienvenidos en nuestras sociedades libres y plurales, por lo menos hasta que China deje de violar el estándar internacional de derechos humanos y comience de verdad a colaborar en el proyecto de construir un mundo de Estados libres, en paz unos con otros, donde todos puedan pensar y dar culto como prefieran.