Miles de maestros de China interior han sido reclutados para ayudar con los esfuerzos de “sinificación” del PCCh en Sinkiang. Muchos quisieron irse tan pronto como llegaron.
por Xiang Yi
El Partido Comunista Chino (PCCh) ha estado implementando un amplio plan para asimilar a los musulmanes uigures en Sinkiang mediante la destrucción de su cultura y tradiciones. Para asegurarse de que la siguiente generación de uigures reciba una educación “sinificada” desde una edad temprana y crezcan para apoyar al régimen comunista de forma incondicional, las autoridades han estado imponiendo la cultura han sobre la minoría musulmana y han estado eliminando la enseñanza del idioma uigur por varios años. Las familias uigures y otras familias túrquicas fueron alentadas a enviar a sus hijos a secundaria fuera de Sinkiang. Gradualmente, a las escuelas uigures se les pidió que enseñaran todas las materias en mandarín.
Desde 2017, el PCCh ha lanzado una campaña de reclutamiento a gran escala para maestros de primaria y secundaria de provincias del interior para reubicarlos en Sinkiang.
En la parte sur de Sinkiang vive la mayoría de la población uigur de China. También es el área en la que están más concentrados los campamentos de transformación por medio de educación. En 2019, 5498 maestros que no pertenecen a la región han sido contratados para trabajar en sus cuatro prefecturas: Aksu, Jotán, Kashi (Kashgar) y la prefectura autónoma kirguíz de Kizilsu. El número representa el 62 por ciento del total de contrataciones por parte del Departamento de Educación de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang en 2019.
Para finales del año pasado, tan solo en la prefectura de Kashi, 11 917 maestros fueron reclutados con el fin de “fortalecer más la educación del chino mandarín”. El condado de Shufu de Kashi ha contratado de forma independiente a 780 maestros de chino mandarín provenientes de toda China, y el principal requisito para ser reclutado es “tener buen calibre político, amar a la patria y apoyar el sendero, los principios y las políticas del Partido”.
En el condado de Pishan de la prefectura de Jotán, en lo que va de este año 1000 maestros han sido reclutados. Mientras que el condado de Lop, que tiene más de diez supuestas guarderías y nueve jardines de infantes del Corazón amoroso para los hijos de musulmanes uigures arrestados, ha reclutado adicionalmente a 410 maestros de primaria y secundaria, así como a maestros de jardín de infantes de China continental.
Muchos maestros que han accedido a trabajar en Sinkiang comenzaron a lamentar su decisión tan pronto como llegaron. No solo se sintieron engañados por el Estado porque las condiciones no eran las que les prometieron. Más importante aún, los maestros se sintieron controlados y monitoreados en todo momento, tanto en el trabajo como durante su tiempo libre.
Una de las maestras de apoyo educativo reclutadas que huyeron de Sinkiang contó a Bitter Winter acerca de su vía crucis. Pidió permanecer en el anonimato por miedo a ser perseguida por el PCCh.
Promesas rotas: adoctrinamiento en lugar de beneficios
En 2017, la joven mujer vio un aviso de reclutamiento de parte del Gobierno donde se anunciaban puestos de enseñanza en Sinkiang por un salario mensual de más de 5000 yuanes (aproximadamente 730 dólares), con la posibilidad de tener la titularidad después de tres meses. También se les prometió que se les reembolsaría el costo del boleto de avión de ida y vuelta. Semejantes condiciones tan generosas la atrajeron para firmar para ir a Sinkiang y lo mismo pasó con algunos de sus amigos.
Cuando llegaron a Sinkiang, el alcalde del condado ofreció un banquete de bienvenida y los alentó a trabajar duro y a establecerse en la región. Unos tres meses después, todo comenzó a cambiar: su salario mensual se desplomó a 3000 yuanes (alrededor de 430 dólares) y aún faltaba que les reembolsaran los boletos de avión. Además de eso, se les exigió que pagaran 500 yuanes (unos 70 dólares) cada mes por concepto de “alivio de la pobreza”. Resultó que el dinero se utilizó para los hijos de los padres que habían sido encerrados en los campamentos de transformación por medio de educación. Con un salario tan limitado, los jóvenes maestros apenas podían sobrevivir.
Lo más doloroso y deprimente para la joven mujer fue el fuerte control por parte del Gobierno. La escuela llevaba a cabo reuniones políticas todos los días y forzaba a los maestros a memorizar y recitar las políticas nacionales y los discursos de Xi Jinping. Esto se hizo, primordialmente, para prepararse para los equipos de inspección que podían visitar la escuela en cualquier momento. Si los maestros no podían responder a las preguntas del equipo de inspección, se consideraba que tenían una “conciencia ideológica” baja y eran castigados en consecuencia.
“Podías ser arrestado simplemente por pronunciar de forma incorrecta una oración. No nos atrevíamos a decir que había algo malo en la escuela o aludir que el liderazgo del Partido no siempre estaba bien. Todo lo que podíamos hacer era obedecer. Algunos maestros fueron arrestados simplemente por utilizar su teléfono celular para tomar fotos a las patrullas”, recordó cómo se sentía la mujer en Sinkiang. La penetrante vigilancia y el control constante de cualquier comunicación simplemente abonaba a la sensación de intranquilidad. Si se descubría que alguien decía algo inconsistente con el “pensamiento de Xi Jinping”, podía ser arrestado en cualquier momento.
“Incluso los teléfonos de los líderes de la escuela estaban vigilados. Durante el tiempo en el que enseñé en Sinkiang, varios de los directores y administradores de edad avanzada de la escuela fueron arrestados por decir algo mal”, recordó la maestra. “Sin embargo, nadie se atrevía a responder por ellos, porque sería etiquetado como ‘una persona hipócrita’ y también sería detenido para su ‘transformación ideológica’. Nadie se atreve a hablar de manera casual por miedo a cometer un error y ser arrestado. Aun cuando hablaba con mi mamá por teléfono, no decía nada más que saludos y algunas cosas generales. Me sentía tan reprimida todos los días que sentía que no podía ni siquiera respirar”.
La mayoría de los padres de los niños están detenidos en campamentos
La joven maestra se sentía mal por sus estudiantes. “La mayoría de los niños que están ahí sólo tienen a uno de sus padres: en el caso de 80 de cada 100 niños, uno de los progenitores ha sido arrestado, principalmente padres. En el caso de algunos niños, tanto su padre como su madre están detenidos”, explicó.
Para evitar que los maestros dejaran Sinkiang, el Gobierno les retiró su título, sus diplomas y otros documentos, afirmando que se les retenían “para su revisión”. Esto hizo que la joven maestra se sintiera todavía más incómoda. Contó a Bitter Winter que algunos de sus colegas previamente quisieron regresar a casa y pidieron al Departamento de Educación que les devolviera sus diplomas, pero se les clasificó como personas con “tendencias reaccionarias” y fueron arrestados.
También fue varias veces al Departamento de Educación para recuperar sus documentos, pero en cada ocasión fue rechazada. Con ciertas maniobras, logró, finalmente, que le regresaran sus papeles. “Aunque no me dieron el título correspondiente como maestra y aunque mi trabajo de enseñanza en Sinkiang no es reconocido después de regresar a China continental, aun así, quería dejar Sinkiang para escapar del control del Gobierno”, dijo.