Las facultades y universidades en la provincia de Henán están introduciendo nuevas restricciones en sus bibliotecas en lo referente a la adquisición y manejo de materiales religiosos.
Han Sheng
En octubre del año pasado, una universidad en la provincia de Henán, en China central, emitió dos documentos que regulan estrictamente la adquisición, manejo y préstamo de libros religiosos. Uno de los documentos, Medidas acerca de la compra de libros religiosos por parte de la biblioteca, limita el número de esos materiales a 50; sólo tres copias de cada uno. Únicamente pueden comprarse “libros teóricos básicos publicados por casas editoriales nacionales grandes”.
El documento también estipula que está estrictamente prohibido que los libros religiosos y materiales audiovisuales “políticamente problemáticos” entren en la biblioteca de cualquier manera: comprados o donados.
La administración de la universidad exigió que se quitaran de las bibliotecas todos los libros religiosos previamente comprados que eran considerados inapropiados para préstamo. De igual manera, se ordenó que se creara en la biblioteca un catálogo por separado para todos los textos que quedaban relacionados con la religión y se asignaron a personas especiales para que estuvieran a cargo de su manejo.
De acuerdo con la persona que proporcionó a Bitter Winter los documentos, la universidad está llevando a cabo reuniones regulares en relación con el asunto de la religión. “No se nos permitía tomar fotos y tampoco podemos hablar al respecto en línea. Al final de las reuniones, todos los documentos que se utilizaron durante ellas son retirados; son muy confidenciales”.
El otro documento, Regulaciones sobre el préstamo de libros religiosos de la biblioteca, estipula que esos materiales de lectura sólo pueden estar disponibles para los lectores que tienen permiso del subdirector de la biblioteca, para lo cual necesitan hacer una solicitud por escrito donde indiquen el nombre completo, el departamento académico, el número telefónico y otros datos. La duración del préstamo se limita a dos semanas –mientras que otros libros se prestan por dos meses– y los libros prestados no deben transferirse a otras personas.
El permiso no es suficiente: el personal de la biblioteca interroga a los prestatarios de libros religiosos acerca de las razones por las que sacan estos libros y reportan su información personal a su clase y departamento, quienes, a su vez, pueden decidir mantenerlos vigilados.
Un documento emitido por una universidad de finanzas y economía en Henán convoca a la implementación de la “gestión especial” de los libros y periódicos relacionados con la religión. También requiere que se recopile y analice la información acerca de personas involucradas en la religión, y “el resultado debe informarse de inmediato al Departamento del Trabajo del Frente Unido”.
De acuerdo con el administrador de una universidad, su escuela ya ha identificado a más de 100 maestros y estudiantes religiosos a través de diversos métodos, como informes proporcionados por otros estudiantes, investigación de información sobre préstamo de libros e inspecciones a dormitorios. Estas más de 100 personas han sido designadas como objetivos clave para ser observados y los consejeros de la escuela y secretarios del partido llevan a cabo en ellos “trabajo ideológico y político” con regularidad.
“La escuela está ahora investigando el asunto de la religión”, añadió el administrador. “En general, los estudiantes no están pidiendo prestados libros religiosos. ¿Quién quiere meterse en problemas? Si por medio de una investigación se determina que la persona que está pidiendo prestados libros religiosos es verdaderamente religiosa, las consecuencias podrían ser graves, porque afectará su empleo futuro y todos los aspectos de sus posibilidades futuras. En casos graves, la persona será expulsada de la escuela o, incluso, encarcelada”.
El estricto control sobre los materiales de lectura en las bibliotecas es una más de las herramientas que emplean las universidades y facultades a lo largo de China para asegurarse de mantener alejada a la religión de sus campus, además de clases y pruebas para adoctrinar a los estudiantes con propaganda del Partido, el despido de personal docente y administrativo o la detención de estudiantes por cualquier demostración de fe religiosa.