Algunos miembros del clero católico clandestino en China creen que el acuerdo entre el Vaticano y China ha exacerbado la persecución de católicos clandestinos y no tienen esperanzas de que sus iglesias sobrevivan.
por Feng Gang
Bitter Winter entrevistó a un sacerdote de la diócesis de Zhengding en la provincia de Hebei quien, temeroso por las repercusiones por parte de las autoridades, quiso permanecer en el anonimato y, por tanto, haremos referencia a él con el seudónimo de padre Peng. Según su opinión, aunque el papa ha reconocido a ocho obispos nombrados por el Partido Comunista de China (PCCh) siguiendo el acuerdo China-Vaticano, la Iglesias católica clandestina no los aceptará ya que se alejan totalmente del espíritu del Evangelio y “son más parecidos a empleados del gobierno que a obispos”.
“A simple vista, parece como si el papa estuviera eligiendo a los obispos; no obstante, son propuestos por el Gobierno del PCCh de acuerdo con sus intereses. Cualquier persona con un ojo crítico puede ver esto, y el reconocimiento de los ocho obispos es prueba de ello”, declaró el padre Peng.
El sacerdote considera que el acuerdo provisional no unirá a la Iglesia clandestina y a la Iglesia católica patriótica debido a que, según él, la unificación y comunión genuinas de la Iglesia implica compartir metas comunes y ser afines en espíritu. Además, él no ve que esto vaya a ocurrir, porque la Asociación Patriótica Católica China es dirigida y controlada por el Gobierno. “Se trata de un grupo que sigue absoluta y ciegamente al Partido y cuya naturaleza política es extremadamente marcada: es una herramienta política”.
Por lo tanto, él está escéptico en lo relacionado con la declaración del papa de que el propósito del acuerdo era alcanzar las metas pastorales de la Iglesia: esto es, apoyar y promover la evangelización y alcanzar la unidad y la comunión para el catolicismo en China.
“Para que se logre la unificación y la comunión de la Iglesia, la Asociación Patriótica Católica debe pasar de obedecer al liderazgo del PCCh a obedecer el liderazgo del Vaticano”. Ya que el padre Peng no considera que esto vaya a ocurrir, cree que “sólo existe otra opción: de acuerdo con el actual estilo de imposición del PCCh, consiste en erradicar por completo a la Iglesia clandestina; entonces estarán ‘unificadas’”.
“El Gobierno del PCCh ya ha estado aplicando mano dura en contra de la Iglesia católica clandestina bajo el estandarte del papa y ahora que el Vaticano ha aceptado todo lo no clandestino —a los obispos ‘oficiales’ como legales—, los funcionarios gubernamentales están utilizando esto para forzar al clero clandestino a unirse a la Asociación Patriótica Católica China. Ellos dicen que ‘el papa los reconoce’. Aunque el Vaticano no ha declarado explícitamente que la Iglesia clandestina sería disuelta, muchos miembros de sus congregaciones lo interpretaron de esa forma, y lo mismo pasó con el Gobierno del PCCh. Lo que el acuerdo entre el Vaticano y China está trayendo es la ruina”.
Después de firmar el acuerdo provisional, el PCCh ha aumentado la represión de la Iglesia católica clandestina y ha intimidado a muchos miembros del clero clandestino para que se unan a la Asociación Patriótica Católica. Aquellos que no obedecen son arrestados y detenidos y, en algunos casos, incluso, sentenciados. Tal y como se reportó anteriormente, cuatro sacerdotes católicos clandestinos de Hebei fueron capturados por la policía y aún se desconoce su paradero.