“Si crees en Dios no puedes recibir ayuda de subsistencia; si recibes una ayuda de subsistencia, no puedes creer en Dios”, dice el mantra del PCCh.
por Wang Yichi
En China, te cuesta dinero creer en Dios. Literalmente.
La más reciente amenaza por parte del Gobierno chino consiste en quitar los beneficios sociales a aquellas personas que profesan una creencia en Dios. El planteamiento básico del argumento del Partido Comunista Chino (PCCh) es el siguiente: Es el Estado el que llena tus bolsillos, no Dios; así que la alabanza y la adoración pertenecen al Partido y a sus líderes.
Así pues, están dando a los creyentes una opción: mantén tu medio de subsistencia o mantén tu fe. Esto, a pesar del Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
En China, eso ya no existe.
Song Lanying —quien se encuentra en su sexta década de vida— y su esposo son cristianos de la ciudad de Weihui, en la provincia central de Henán de China. Ambos tienen mala salud, su hija sufre de depresión y la familia depende del subsidio mínimo de manutención que obtienen del Estado para sostenerse.
Sin embargo, el 10 de diciembre de 2018, el vicealcalde del poblado, el secretario del partido de la aldea y otros funcionarios llegaron a la casa de Song Lanying y le exigieron que destruyera un pareado religioso, un calendario de pared y un mural de una cruz, pero ella se rehusó, despertando la ira de los funcionarios gubernamentales.
“Tú no crees en Xi Jinping, pero sí crees en Dios”, la reprendió el vicealcalde. “Tu subsidio mínimo de manutención te lo da el Estado, así que debes creer en el Estado y colgar retratos de Mao Zedong y Xi Jinping”.
Y, luego, el vicealcalde y los demás funcionarios se pusieron a destruir todos los símbolos cristianos que se encontraban en el hogar de Song Lanying, incluyendo un trabajo de caligrafía con las palabras “Dios ama al mundo” y “Emmanuel” escritas en él.
Song Lanying no estaba nada contenta, y les dijo que colgar los retratos de Mao Zedong y Xi Jinping equivale a idolatría y a la traición de su fe y se negó rotundamente a colgarlos. El personal gubernamental sigue acudiendo a su casa para intimidarla e interrogarla.
Wu Fengying, quien vive en el condado de Yanjin en Henán, también es una cristiana que depende del subsidio mínimo de manutención para sobrevivir debido a una enfermedad cardiaca congénita que no le permite llevar a cabo trabajo físico. Un día de agosto, el director de la asociación de mujeres de la villa informó a Wu Fengying que personal gubernamental descubrió y fotografió a Wu asistiendo a reuniones de una Iglesia y le advirtió que no creyera en Dios o, de otra manera, se le revocaría su subsidio mínimo de manutención.
“Esta es una orden que viene del Gobierno del pueblo. El Estado está yendo tras las creencias religiosas de una manera muy estricta en este momento”, le dijo el director.
No obstante, a diferencia de Song, después de ser amenazada en repetidas ocasiones por el Gobierno local, Wu Fengying dejó de asistir a las reuniones de la Iglesia y lee en secreto la Biblia y continúa rezando en casa.
Bitter Winter ha informado reiteradamente cómo las autoridades han adoptado diversos tipos de medidas para forzar a los cristianos de la tercera edad a renunciar a su fe. Para los creyentes, es una decisión entre la supervivencia y la fe.
En el condado de Yanjin, Zhao Shun, un cristiano de casi 60 años que vive con su madre de 90 y tantos años, dijo que el secretario del Partido en la villa esperó hasta que él no estuviera en casa el 12 de diciembre para ir a su hogar y arrancar un pareado religioso de la puerta. Una semana después, el secretario del Partido en la villa lo amenazó diciéndole que, si quedaba algún símbolo religioso en su casa, su subsidio mínimo de manutención sería cancelado.
Cuando Zhao dijo que la constitución nacional establece la libertad de creencia, el secretario del Partido en la villa respondió que sólo los tontos creen en esa cláusula.
(Todos los nombres en este artículo son seudónimos.)