El Gobierno chino utiliza el acuerdo provisional firmado con el Vaticano para obligar a todas las Iglesias católicas clandestinas a unirse a las aprobadas por el Estado.
Sin tener en cuenta el acuerdo provisional firmado hace casi cuatro meses con el Vaticano —uno que se suponía que aliviaría las tensiones existentes desde hace décadas en lo que respecta al nombramiento de obispos— el Partido Comunista Chino (PCCh) está aumentando la represión y persecución de la Iglesias católica clandestina y de sus creyentes.
Bajo el Acuerdo entre el Vaticano y China del año 2018, el papa Francisco reconoció la legitimidad de siete obispos designados por el Gobierno chino, quienes, al no haber sido seleccionados por el Vaticano, habían sido excomulgados. A su vez, Pekín finalmente, y de manera formal, reconoció la autoridad del Papa.
«China y el Vaticano continuarán manteniendo comunicaciones e impulsando el proceso de mejora de las relaciones entre las dos partes», afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de China en una declaración otorgada en aquel momento.
Y, no obstante, en el frente interno, el PCCh está haciendo lo contrario de mejorar las relaciones con la Iglesia.
A principios de diciembre, oficiales de una estación de policía del condado de Taining de la ciudad a nivel prefectura de Sanming, en la provincia suroriental de Fujian, irrumpieron en un lugar de reunión de la Iglesia católica clandestina local para arrestar al sacerdote y a las monjas de esta. Cuando la misión fracasó, los oficiales amenazaron a un creyente de edad avanzada diciendo: «Si no podemos hallar al sacerdote, los detendremos a todos».
Al día siguiente, la policía se presentó una vez más en el lugar de reunión, allanó ilegalmente el dormitorio y hostigó a los creyentes que se hallaban presentes.
En el mes de octubre, el Gobierno local clausuró una iglesia católica clandestina emplazada en el condado de Gucheng de la ciudad a nivel de prefectura de Hengshui, en la provincia nororiental de Hebei, alegando que «la iglesia no contaba con una licencia y, por lo tanto, era ilegal».
Según un creyente, se colocaron sellos sobre la puerta de cada habitación dentro de la iglesia. La estatua de la Santísima Virgen que se encontraba situada en el centro del patio fue removida y la cruz de la iglesia fue desmantelada.
“El Gobierno dice que estábamos celebrando reuniones ilegales. Nos dijeron que debemos unirnos a la Asociación Patriótica Católica (APCC) China y que en el futuro deberemos izar la bandera nacional y cantar el himno nacional», afirmó un creyente. «Nos están haciendo abandonar a Dios y creer en ellos [el Gobierno]».
Y otra comunidad católica clandestina, esta vez emplazada en la ciudad a nivel prefectura de Weinan, en la provincia noroccidental de Shaanxi, fue presionada repetidamente por el Gobierno local para que se uniera a la Asociación Patriótica Católica China controlada por el Estado.
También allí, los creyentes fueron amenazados por los oficiales.
“Si quieren leer las Sagradas Escrituras, deberán asistir a las iglesias pertenecientes a la APCC. De lo contrario, serán multados con 20 000 yuanes [casi 3000 dólares]. Si no tienen dinero, serán arrestados», dijeron.
La persona a cargo de la iglesia, llamada Guo, dijo que no se uniría a ninguna Iglesia controlada por el estado. Los miembros de la Iglesia se hicieron eco de esa decisión. Y debido a ello, los funcionarios gubernamentales detuvieron a Guo, de 75 años, y lo llevaron a la estación de policía para interrogarlo.
Algunos en China creen que el acuerdo provisional entre el Vaticano y Pekín le ha dado al PCCh más libertad para reprimir a la Iglesia católica clandestina y obligarla a unirse a las sancionadas por el Estado, aportándoles así credibilidad a las Iglesias estatales.
“En la actualidad, el PCCh exige que todos los sacerdotes católicos clandestinos cumplan con sus políticas. Si un sacerdote no obedece, no será reconocido y será expulsado de la Iglesia por no ser un sacerdote legal», afirmó un sacerdote clandestino de la Arquidiócesis de Fuzhou, quien deseaba permanecer en el anonimato. “El PCCh ya comenzó a utilizar métodos de adoctrinamiento intensivo para transformar y controlar a los sacerdotes. Los sacerdotes de convicciones férreas y que desobedezcan seguirán siendo encarcelados”.
Tal y como Bitter Winter informó anteriormente, luego de la firma del acuerdo con el Vaticano, numerosas iglesias católicas clandestinas emplazadas por toda China fueron clausuradas, hostigadas, o se quitaron los símbolos religiosos de sus instalaciones, y algunos sacerdotes católicos también han sido arrestados.
Información de Lin Yijiang