El PCCh afirma haber obtenido una «gran victoria» contra la COVID-19 gracias a su «gran liderazgo» y al sistema socialista. Los que participaron en la lucha no están de acuerdo.
por Han Sheng
En medio de la pandemia de coronavirus, el Partido Comunista Chino (PCCh) puso en marcha su máquina de propaganda para demostrar tanto en el país como en el extranjero que el mortal virus está siendo derrotado solo gracias al «gran liderazgo» de China y al «sistema socialista superior«. Los medios de comunicación controlados por el Estado continúan jactándose de la eficiencia y la velocidad con que los líderes del país reaccionaron ante la epidemia, construyendo enormes hospitales «en días y con una alta eficiencia poco común en el mundo» y enviando a decenas de miles de miembros del personal médico a Wuhan en tiempo récord, «confiando en su fuerte movilización social y capacidad organizativa». Las noticias rara vez dejan pasar la oportunidad de mencionar que otros países están luchando contra la escasez de camas de hospital, personal y suministros médicos.
En el mes de abril, los medios de comunicación oficiales publicaron una serie de artículos bajo el título, «El arte de combatir la guerra epidémica de Xi Jinping«, en los que se elogiaba al presidente del país por su liderazgo en la lucha contra el coronavirus. ¿Pero a qué precio? A juzgar por los testimonios de las personas que formaron parte de «el gran poder que venció a la epidemia», la supuesta «victoria» se produjo a costa de graves violaciones de los derechos humanos fundamentales de los ciudadanos.
Los trabajadores médicos son intimidados y amenazados
Un médico que trabajaba en la provincia central de Henán le reveló a Bitter Winter que, en el mes de febrero, su hospital recibió una orden de la Comisión de Salud local, en la que se exigía el envío de personal médico a Wuhan, el epicentro de la epidemia. «Nuestro superior nos dijo que si nos negábamos a ir, el Gobierno nos colocaría junto a nuestros descendientes en una lista negra, y en el futuro nos veríamos imposibilitados de hacer una gran cantidad de cosas», afirmó el médico. «Tras nombrar al personal a ser enviado a Wuhan, el hospital los reunió y les prohibió irse a casa, por temor a que escaparan. Luego fueron enviados a un sitio designado para esperar el transporte que los llevaría a Wuhan por la tarde».
Una doctora de aproximadamente 30 años procedente de Taizhou, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia oriental de Zhejiang, también fue asignada para viajar a Wuhan. Dado que tenía dos hijos pequeños, le pidió a su hospital que la relevara de dicha tarea para poder quedarse a cuidarlos. Pero la administración del hospital no solo rechazó su solicitud, sino que además amenazó con despedirla si se negaba a viajar.
Aldeanos y miembros del PCCh de bajos recursos son obligados a efectuar donaciones
En respuesta al llamamiento efectuado por el Comité Central del Partido Comunista Chino, la mayor parte de sus miembros en todo el país donaron activamente dinero para demostrar su apoyo a las medidas del Gobierno tendientes a prevenir y controlar el brote de coronavirus. A fines de marzo, aproximadamente 80 millones de miembros del Partido donaron «voluntariamente» 8260 millones de yuanes (alrededor de 1200 millones de dólares) para «proyectos clave y de gran envergadura».
Según un empleado gubernamental procedente del distrito de Wendeng de Weihai, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia oriental de Shandong, las autoridades locales implementaron un sistema de donación con puntaje para recolectar donaciones para el alivio del coronavirus. Se les otorgaban diez puntos a quienes donaran entre 100 y 1000 yuanes (alrededor de 14 a 140 dólares), 20 puntos a los que donaran entre 1000 y 3000 yuanes (alrededor de 140 a 420 dólares), y así sucesivamente. Para asegurarse de que las personas donaran dinero, los funcionarios de la aldea amenazaron con «colocar en una lista negra a quienes se negaran a efectuar donaciones».
El 6 de marzo, los funcionarios gubernamentales de una aldea bajo la jurisdicción de la ciudad de Jingzhou, en la provincia central de Hubei, fueron de casa en casa para recolectar donaciones. Muchas personas, especialmente procedentes de hogares empobrecidos, se sintieron confundidas sin saber por qué se veían obligadas a darle dinero al Gobierno. «¿Para qué son estas donaciones?» preguntó un aldeano. “Vivo en la provincia más afectada por el virus. Aún así, el Gobierno no solo no me ayuda, sino que además me pide que efectúe una donación”.
El 17 de febrero, un funcionario gubernamental procedente de la ciudad de Weihai de Shandong se presentó en el hogar de un anciano miembro del Partido que, tras un accidente automovilístico no puede valerse por sí mismo, y lo instó a efectuar una donación. El 5 de marzo, otro miembro del PCCh procedente de Weihai, de aproximadamente 90 años, se vio obligado a pedirle a su hija que efectuara una donación en su nombre.
A fines de febrero, un funcionario de una aldea del condado de Duchang en la provincia suroriental de Jiangxi amenazó a un aldeano con expulsar a su hijo del PCCh si se negaba a donar dinero.
Tales tácticas, mediante las cuales se obliga a las personas a demostrarle su lealtad al Estado a través de donaciones «voluntarias», suelen ser utilizadas por el PCCh durante las operaciones de socorro y rescate.
Los trabajadores migrantes que construyeron hospitales en Wuhan, fueron explotados y silenciados
Según un informe de Radio Asia Libre (RFA), los trabajadores migrantes que construyeron los hospitales Montaña de Vulcano y Montaña del Dios del Trueno en Wuhan para alojar pacientes con coronavirus, se encontraron en un aprieto tras enterarse de que el Gobierno y los intermediarios habían sacado provecho de sus salarios. Cuando intentaron defender sus derechos, fueron reprimidos por las autoridades en nombre del “mantenimiento de la estabilidad”.
Un trabajador que participó en la construcción del Hospital de la Montaña del Dios del Trueno en Wuhan publicó un comentario en línea en el que afirmaba que la corporación ingenieril estatal Compañía Ferroviaria de China Nro. 3 se negó a pagar los salarios de los trabajadores. Luego de ello, las autoridades los obligaron a borrar los videos y fotos del hospital y a firmar declaraciones en las que prometían no volver a mencionar su construcción. Sin dinero ni alojamiento, y sin poder regresar a sus hogares, los trabajadores debieron vivir en las calles de Wuhan.
A mediados de febrero, una prisión de la ciudad de Jining de Shandong reclutó trabajadores migrantes para construir cuartos de aislamiento temporal, prometiéndoles un salario de 1500 yuanes (aproximadamente 200 dólares) por persona por día. Pero, según un infiltrado, a los trabajadores nunca se les pagó la suma prometida. Además, nunca se les informó que algunos internos ya estaban infectados con el coronavirus. La prisión también obligó a los trabajadores a firmar acuerdos de confidencialidad en los que prometían no revelar ningún tipo de información.