Los miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso no solo enfrentan persecuciones inhumanas en su patria. Para aquellos que esperan encontrar seguridad en el extranjero, el estatus de refugiado se ve obstaculizado por el virus.
por Bai Shengyi
He Jia huyó a Italia hace más de un año. Abandonó China porque al ser miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) -el movimiento religioso más perseguido en China- temía por su vida. He Jia no es su verdadero nombre, es un seudónimo que utilizamos para proteger su identidad ya que la misma ni siquiera está segura fuera de China.
Nuestra conversación cambió casi de inmediato al tema del coronavirus, el cual se está expandiendo rápidamente por toda Italia. He Jia nos dijo que rara vez sale en estos días. La misma nació en Wuhan, el epicentro del brote del virus, por lo que trata de evitar plantearle preocupaciones innecesarias a las personas que la rodean.
«A algunas hermanas de nuestra Iglesia se les pidió que se bajaran del autobús antes de llegar a su destino solo porque son chinas», le dijo He Jia a Bitter Winter. La gente incluso le ha advertido que no use una máscara facial para no provocar el resentimiento de los demás.
Habiendo sobrevivido a años de persecución a causa de su fe en China, He Jia se siente sumamente afortunada por estar viva y libre. Aun así, no está segura de por cuánto tiempo: su solicitud de asilo fue rechazada el año pasado. La misma también cree que la epidemia de coronavirus puede dificultar sus posibilidades de permanecer en Italia ya que la gente culpa a los chinos de la propagación del virus.
«Puedo entender la inquietud y los temores de la gente», explicó la mujer, añadiendo que hace todo lo posible por no añadirle una carga más al país en el que tiene un refugio temporal. “Estamos preocupados por todo esto. Después de todo, es muy probable que seamos deportados”.
Gracias a las campañas propagandísticas del Partido Comunista Chino (PCCh) que difunden noticias falsas para difamar a la IDT, la tasa de aceptación de las solicitudes de asilo de los miembros de la Iglesia es bastante baja. Según el informe elaborado por la IDT en el año 2019, la tasa de aceptación general de ese año fue del 12,7% (a pesar de que en algunos países hubo mejoras en comparación con el año anterior), mientras que en Corea del Sur y Japón fue de 0%. Muchos creyentes recibieron órdenes de abandonar los países a los que habían huido.
Tal y como afirmó Massimo Introvigne, editor en jefe de Bitter Winter, en una entrevista reciente, «están aumentando los peligros para los refugiados [procedentes de China] en el extranjero cuyas solicitudes de asilo por razones de persecución religiosa son rechazadas. Especialmente en un contexto de sospecha y hostilidad hacia el pueblo chino en general: si fueran repatriados a China, serían enviados a prisiones y expuestos a un alto riesgo de contraer el virus». Para poder evitarlo, el Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones (CESNUR), encabezado por el Sr. Introvigne, lanzó un llamamiento, pidiéndoles a los países democráticos que acepten a los refugiados pertenecientes a la IDT.
A pesar de las dificultades que actualmente enfrenta, He Jia sabe que no son tan malas como las que sus compañeros religiosos padecen en su país. Se siente preocupada por su amiga Wang Fang, también miembro de la IDT, quien está cumpliendo una condena a causa de su fe en China.
«Ella es bastante alta, directa y franca», He Jia recuerda con cariño a su amiga, pero teme que Wang Fang no esté viva.
«Si no hubiera escapado a tiempo, podría haber sido yo la encarcelada», afirmó He Jia. Todavía recuerda vívidamente cómo, en una noche de abril de 2018, otro miembro de la IDT entró corriendo a su habitación, diciéndole sin aliento que no se sabía nada de Wang Fang desde hacía bastante tiempo. Inmediatamente se dio cuenta de que su amiga probablemente estaba en peligro. Las malas noticias llegaron pronto: Wang Fang y otros tres miembros de la IDT habían sido arrestados. Posteriormente fueron condenados a tres años de prisión por escribir y editar himnos.
Veredicto para Wang Fang y los otros tres miembros de la IDT.
«Crear himnos para alabar a Dios debería ser una práctica normal, pero los creyentes en China son perseguidos por esto», afirmó He Jia. Se dio cuenta ese día de abril que era hora de abandonar China. Debido a que había compartido el departamento con Wang Fang, también corría peligro de ser arrestada.
Algunos miembros de la IDT que habían estado en contacto con Wang Fang decidieron abandonar sus departamentos alquilados y esconderse para que las omnipresentes cámaras de vigilancia de alta tecnología no los detectaran. Después de pasar cinco meses huyendo en China, He Jia finalmente logró huir a Italia. Cuando estuvo a salvo en su nuevo hogar, se enteró de que una operación de arresto a gran escala había barrido la provincia de Hubei en el año 2018, lo cual resultó en el arresto de 312 miembros de la IDT, muchos de los cuales fueron condenados a prisión.
Según los informes oficiales del Gobierno chino publicados el 21 de febrero, se detectaron 512 casos de coronavirus en prisiones emplazadas en las provincias de Shandong, Zhejiang y Hubei. De ellos, 271 se encontraban en el sistema penitenciario de Hubei (230 en la prisión de mujeres de Wuhan). Posteriormente se informaron más infecciones, pero muchos creen que las cifras reales son mucho más altas.
Muchas mujeres miembros de la IDT procedentes de Hubei se encuentran detenidas en esta prisión para mujeres. Entre ellas se encuentra Xu Guangxiu, sentenciada a tres años por hacer copias de videos de la Iglesia, textos u otros materiales. Chen Ju, una líder de la IDT fue enviada a prisión por cinco años y sus derechos de visita fueron revocados. Según miembros de la IDT que pasaron tiempo en la prisión, la administración aplica regulaciones especiales para los detenidos pertenecientes a la IDT: si se niegan a confesar sus «crímenes» o a firmar una declaración de renuncia a su fe, nadie podrá visitarlos. Esto significa que sus familias no saben cómo están.
El veredicto de Xu Guangxiu.
Desde el comienzo del brote de coronavirus, a muchos les preocupaba que las condiciones adversas existentes en las cárceles de China pudieran provocar infecciones masivas entre los reclusos. La situación de los presos de conciencia –disidentes, activistas defensores de los derechos humanos, miembros de grupos religiosos prohibidos– es particularmente preocupante. También se plantean inquietudes sobre los uigures y otras etnias musulmanas que se encuentran confinadas en los campamentos de transformación por medio de educación. Y no solo por el virus como tal: el Gobierno puede eludir la responsabilidad por el maltrato impuesto a estas personas que se encuentran en cautiverio y todos los resultados mortales serán anulados por el virus.