Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Un «oficial de eliminación de publicaciones» encargado de eliminar los comentarios en línea que el PCCh considera desfavorables para su régimen, comparte los detalles de su trabajo diario.
Bitter Winter continuamente recibe informes sobre los ataques perpetrados por el régimen contra templos budistas y taoístas, los cuales son destruidos, sellados o reconvertidos.
Dos decisiones cancelaron la denegación de asilo por parte de cortes en Milán y les pidieron que reconsideraran las solicitudes.
El Gobierno chino continúa adoctrinando a los estudiantes con ideología socialista y obliga a los ciudadanos a estudiar el pensamiento de Xi Jinping.
A las iglesias y a los creyentes se les confiscan los textos religiosos que no han sido aprobados por el Estado, entre los que se incluye la Biblia, y los mismos son reemplazados por propaganda socialista.
A fin de reprimir la fe desde la cuna, el PCCh prohíbe la educación infantil impartida por iglesias e implementa medidas para evitar que los menores tengan contacto con las mismas.
Los creyentes de la Iglesia de Dios Todopoderoso son condenados a extensas penas de prisión y mientras se encuentran detenidos son brutalmente presionados a abandonar su fe.
Las provincias de Jiangsu y Liaoning continúan reduciendo el número de lugares donde los creyentes pueden reunirse, prohibiendo tanto iglesias estatales como domésticas.
Los soldados comparten los recuerdos de servir a su país que desean olvidar: la caza de uigures, la matanza de monjes tibetanos y el rescate «selectivo» de las víctimas de un terremoto.
Mientras el coronavirus se propaga por todo el mundo, las personas de fe cuentan con Internet como la única forma de conservar sus actividades religiosas grupales. Pero no en China.
Los templos budistas y los lugares de culto situados al aire libre continúan padeciendo la persecución del PCCh, las estatuas de deidades son destruidas y los símbolos religiosos son reemplazados por propaganda.
Mientras el PCCh continúa aplicando su plan quinquenal tendiente a «sinizar» el islam fuera de Sinkiang, las mezquitas de toda China están siendo rectificadas para que se vean «más chinas».
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