A los funcionarios gubernamentales chinos les gusta inventar una vasta gama de razones, prácticamente todas ellas falsas, como razones para destruir sitios religiosos.
En un esfuerzo por reprimir las creencias religiosas, las autoridades a menudo citan diversas razones grandilocuentes para demoler por la fuerza iglesias y templos budistas, como las que afirman que estas construcciones religiosas están “contaminando las fuentes de agua” u “ocupando tierras de cultivo”.
En lo que se refiere a demoler iglesias y templos, el Partido Comunista de China (PCCh) está utilizando todas sus artimañas: destruyendo los sitios sagrados por razones inventadas.
Por ejemplo, el 16 de diciembre de 2018, el secretario municipal del Partido en la ciudad de Taizhou, en la provincia costera oriental de Zhejiang en China, visitó una represa en el poblado de Ningxi para llevar a cabo una inspección y, al ver que había una iglesia de las Tres Autonomías, la iglesia de Xiaokeng, que se encontraba junto a la represa, ordenó al alcalde del poblado que la demoliera.
Posteriormente esa misma tarde, el alcalde llamó al encargado de la iglesia y le reiteró la orden de demoler la iglesia debido, supuestamente, a que “se encuentra demasiado cerca de la represa y contaminará la fuente de agua”.
Naturalmente, los creyentes señalaron que tenían permiso para construir la iglesia en ese lugar y que contaban con permiso por parte del Gobierno del poblado. Si la iglesia verdaderamente estaba contaminando la fuente de agua, ¿por qué el Gobierno permitió que estuviera cerca de la represa? Y nada menos que por más de 20 años.
“El secretario municipal del Partido es quien se encuentra al mando. Puede hacer lo que se le venga en gana”, dijo el alcalde del poblado en respuesta a las preguntas de los creyentes.
Al día siguiente, el encargado de la iglesia y los presbíteros fueron a negociar con el alcalde del poblado y con el jefe de la sección religiosa del distrito para mantener la iglesia en pie. Sin embargo, el jefe de la sección religiosa permaneció firme, diciendo que la iglesia era ilegal y debía ser demolida. Para aplacar a los creyentes, el jefe prometió una compensación después de que la iglesia fuera demolida, pero con la única condición de que sus feligreses no se opusieran a la destrucción.
El encargado de la iglesia solicitó un pagaré por concepto de la compensación, pero le fue negada. ¿Adivinen quién no cumplió su parte de la “oferta”?
El 18 de diciembre comenzó la demolición de la iglesia de Xiaokeng y, diez días después, quedó completamente destruida.
La iglesia tenía una larga historia, que abarcaba más de 100 años.
En 1990 fue trasladada al lugar actual después de que la represa se extendió y, en 2015, debido a su antigüedad, fue reconstruida con un costo de 5 millones de yuanes (aproximadamente 741 300 dólares), que fueron donados y recaudados voluntariamente por los creyentes.
“Hay casas de aldeanos cerca de la represa y no fueron demolidas. Sólo nuestra iglesia fue demolida. Esto es persecución”, dijo uno de los feligreses de la iglesia.
“Ahora que la iglesia ya no está, no tenemos otra opción más que rentar una cabaña hecha de lámina para llevar a cabo nuestras reuniones. La renta cuesta 18 000 yuanes (alrededor de 2668 dólares) al año”, dijo otro creyente.
En la provincia norteña de Hebei, las autoridades también demolieron por la fuerza un templo budista aduciendo la sospechosa razón de que se trataba de una “construcción ilegal”.
El 18 de octubre, las autoridades en la ciudad de Shenzou en Hebei enviaron a 30 trabajadores de demolición para destruir el Templo de Puguang, lo cual dio como resultado que 12 estatuas de Bodhisattva fueran destruidas.
Tres días después, el templo fue convertido en una pila de escombros.
La razón que dieron las autoridades fue que el templo “ocupaba tierras de cultivo básicas” y que se trataba de un “sitio ilegal de actividades religiosas”.
Sin embargo, si se les pregunta a los habitantes de la villa de la tercera edad, el sitio donde se encontraba el templo no era tierra de cultivo ya que jamás se había plantado ninguna cosecha ahí. Y, al igual que ocurrió con la iglesia de Xiaokeng, también había recibido permiso por parte del Gobierno del municipio para construirse.
De acuerdo con algunas fuentes, entre junio y agosto de 2018, las autoridades han ejercido en repetidas ocasiones presión sobre la dueña del templo, yendo tan lejos como para emitir un aviso donde se le ordena que ella misma lleve a cabo la demolición del templo antes de una fecha específica o que, de lo contrario, se le multará con 200 000 yuanes (alrededor de 30 000 dólares).
Cuando los creyentes protestaron, los funcionarios gubernamentales los amenazaron, diciéndoles: “No podrán apelar a las autoridades superiores. Si acuden a presentar un reclamo serán encerrados en un cuarto oscuro y golpeados. Ni siquiera sabrán quién los golpeó”.
Porque la política siempre gana en China.
“La demolición de cruces e iglesias se relaciona con la política, pero el Gobierno no te dirá eso. Encontrará muchísimas razones, como decirte que ‘De acuerdo con las leyes relativas a la construcción o de acuerdo con las leyes relativas a la publicidad y marcas registradas, la cruz o la estatua de Buda exceden la altura estándar’, pero, de hecho, se debe a razones políticas”, contó a Bitter Winter un informante del Gobierno.
“Algunos Gobiernos locales explícitamente declararán que deben ponerse diversas excusas a la hora de llevar a cabo las demoliciones con el fin de evitar la resistencia emocional o una reacción violenta por parte de las figuras religiosas y para evitar que la comunidad internacional tenga algo que pueda utilizar en su contra”.
Informado por Sun Kairui