Los creyentes de Shandong han sido víctimas de represión durante años debido a sus creencias religiosas. Tras haber reubicado su centro de reunión en múltiples ocasiones, ahora se enfrentan a un inminente cierre permanente.
Bitter Winter habló con el pastor Yang (seudónimo), quien reveló detalles de los ataques de las autoridades chinas a su Iglesia en Shandong.
Todo comenzó en enero de 2008 cuando agentes de policía se presentaron en la iglesia y grabaron una reunión de creyentes sin autorización. Los obligaron a firmar un formulario en el que afirmaban que habían participado en una “reunión ilegal”. Poco después, tuvieron que cerrar el centro.
Los creyentes no tardaron mucho en encontrar un nuevo lugar para reunirse. Sin embargo, a finales de 2009, las autoridades también se enteraron de la ubicación de este. Unos doce funcionarios visitaron el lugar y, de nuevo, grabaron las reuniones. La compañía que le había alquilado el edificio a la Iglesia recibió amenazas para intentar que rescindiera el contrato.
Los creyentes se mudaron a un nuevo sitio, que fue descubierto durante la primavera de 2010. Funcionarios de la oficina local de Asuntos Religiosos hicieron arreglos para que su personal vigilase el lugar las 24 horas del día e impidiese el ingreso de los creyentes. Por otra parte, el pastor Yang fue puesto bajo arresto domiciliario y obligado a unirse a la Iglesia del Movimiento Patriótico de Tres Autonomías, controlada por el gobierno. El hostigamiento se extendió durante más de dos meses.
En los ocho años siguientes, las autoridades han hostigado a los creyentes sin cesar: cada vez que encuentran un nuevo lugar, lo descubren y los expulsan empleando diferentes métodos.
El 23 de septiembre de 2018, cinco empleados del Departamento de Trabajo del Frente Unido ingresaron al último lugar que habían conseguido los creyentes para reunirse, exigieron que en la Iglesia ondeara la bandera china y se cantara el himno nacional durante los sermones. A los creyentes se les ordenó llevar sus documentos de identificación, pero el pastor Yang se negó a obedecer dicha orden.
De nuevo, el centro fue cerrado y la Iglesia tuvo que encontrar un nuevo lugar para congregarse.
Según el nuevo Reglamento sobre Asuntos Religiosos, cualquier persona que facilite el desarrollo de actividades religiosas perderá todos sus bienes y además será multada con entre 20 000 y 200 000 yuanes (aproximadamente 2900 a 29 000 dólares). Así se garantiza que nadie le alquile un inmueble a una Iglesia doméstica.
Informado por Jiang Tao