Los responsables de una iglesia protestante aprobada por el gobierno, ubicada en la ciudad de Fujian, fueron perseguidos por las autoridades por invitar a predicadores de otra provincia a dar sermones.
por Lin Yijiang
El 3 de septiembre de 2017, la Iglesia Luohua, protestante y adscrita al Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías, invitó a dos predicadores de la provincia de Zhejiang a dar sermones en la iglesia. La policía desplegó a más de 20 agentes y rodeó la iglesia, emplazada en el condado de Gutian (Fujian), tan pronto se enteró del hecho.
Cerca de 80 miembros de la congregación se encontraban en la iglesia y se sorprendieron por las acciones de la policía. Un creyente se puso en pie y preguntó qué ocurría. Según los testigos, un capitán de la policía comenzó a gritarle e incluso intentó darle un puñetazo, pero otros creyentes lo impidieron. “No tenemos que golpear a quienes apuestan o roban, sólo a quienes creen en Dios. ¡Golpearlos es el único modo de resolver el problema!”, gritó el capitán. Luego les ordenó a sus subordinados que ataran a los creyentes que protestaban. Los dos predicadores de Zhejiang aprovecharon el caos para huir del lugar.
Una fuente confiable informó que el líder de la iglesia fue trasladado a la Oficina de Asuntos Religiosos y allí se le dijo que invitar a predicadores de otros lugares era ilegal y se le amenazó con encarcelarlo y cerrar la iglesia si lo hacía de nuevo. Siete creyentes fueron detenidos, trasladados a la Oficina de Seguridad del Estado e interrogados. No fueron liberados hasta pasadas las 3:00 p.m.
El 27 de mayo de 2018, los dos predicadores de Zhejiang se arriesgaron a visitar otra iglesia de las Tres Autonomías en Gutian para dar sermones. Tras ser informado del hecho, el director de la Oficina de Asuntos Religiosos local reunió a más de una docena de agentes de policía para capturar a los predicadores, pero la operación no tuvo éxito, porque los predicadores recibieron un aviso de sus fieles y pudieron escapar de nuevo.
Incluso la Iglesia de las Tres Autonomías, aprobada por el Estado, está siendo sometida a persecuciones y restricciones cada vez más severas. A menos que obtengan una autorización, las iglesias tienen prohibido invitar a predicadores de otras ciudades. Los creyentes, a su vez, tienen prohibido asistir a otros lugares a escuchar sermones. Las autoridades también ejercen un control estricto sobre el contenido y la duración de los sermones: a los pastores que sobrepasan los límites establecidos se les retiran las credenciales e incluso pueden ser detenidos.